Adiós al selfi, el carrete es tendencia: el furor «vintage» también llega a la fotografía

C. Martínez LA VOZ

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MARCOS MÍGUEZ

De las miles de fotos de la galería del móvil, a las 36 de un carrete. En la época de los filtros, los jóvenes buscan la naturalidad de lo analógico

11 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Tener un móvil de última generación con una cámara casi profesional y optar por inmortalizar el momento con una antigua que dobla o incluso triplica la edad de los ojos que miran por el objetivo. Parece un sinsentido, pero es la realidad que se está dando entre los jóvenes. No son pocos los que buscan en cajas y cajones de casa pequeñas reliquias: la fotografía analógica está de moda; y mucho. Los estudios han pasado de la sorpresa inicial, a hacer malabares para conseguir los pocos carretes que hay en el mercado. Y grandes como Kodak (la misma empresa que en el 2012 anunció su crisis por el azote digital) aprovechan la demanda reabriendo fábricas para su producción; sin que esto se vea reflejado en los precios, que siguen subiendo como la espuma.

La generación Z siente nostalgia por artículos del pasado, pero marca las reglas a la hora de darles una segunda vida: toman las fotos con una cámara de carrete y una vez digitalizadas, se las pasan al móvil. «Les mandamos un WeTransfer con los archivos y supongo que ellos se las acaban pasando a sus dispositivos electrónicos y se las comparten», comenta Fran, de Magenta Fotografía en A Coruña. Ante la pregunta de cuándo empezó esta nueva moda, asegura que dio señales antes de la pandemia, pero que el bum llegó después de esta. «En estos últimos cuatro años, diría que es cuando notamos más interés». El perfil de los adeptos a esta tendencia está bastante claro: «El 80 % son clientes jóvenes, mucho».

Una moda cara

Este hobby vintage no es precisamente barato. «Es muy curioso porque se está encareciendo mucho, pero siguen insistiendo», confiesa Fran. Por poner un ejemplo, si antes una película de 35 milímetros de Kodak Gold (uno de los más utilizados para los amantes no profesionales de la fotografía analógica) costaba 5 euros, hoy puede llegar a los 17. Y si hablamos de películas más especiales, el precio sobrepasa los 20.

«Todo está caro y esto no es una excepción. No hay carretes por menos de 10 euros ahora mismo, ¿puede que con el tiempo bajen los precios? Igual sí, pero no lo sé», reflexiona Julia López. Tiene 91 años y lleva más de cincuenta detrás del mostrador de Foto Sandine, en el casco histórico de Santiago. Una voz bastante sabia en el mundo de la fotografía. Recuerda que, obviamente, no es lo mismo que ella llegó a vivir en su día: «Hace muchos años, había días que llegábamos a revelar 99 rollos cada media hora. En la tienda necesitábamos a tres o cuatro personas porque no dábamos abasto. Todo eso ha cambiado. Sí, se hacen fotos, pero ya no se imprimen». Con todo, confirma que la tendencia existe «entre gente muy jovencita».

XOAN A. SOLER

La japonesa Fuji, la británica Ilford y la norteamericana Kodak son las que dominan el mercado a nivel mundial. El vicepresidente de la última, Nagraj Bokinkere, afirmaba hace poco más de un año a través de la cuenta oficial de X de la compañía que en los últimos meses había contratado a más de 300 personas, y que seguía en la búsqueda de profesionales. Con todo, a pesar de que estos refuerzos que se están dando en el sector deberían rebajar los precios de los rollos, no está sucediendo. «Creo que ahora mismo se está especulando», sentencia Fran. «Es cierto que la película dejó de fabricarse, pero han retomado la producción en muchas fábricas. Ahora mismo le hago un pedido a mi proveedor de veinte rollos de distintas marcas y puede que me envíe cinco. Está siempre desabastecido y cada vez son más caros. Pero no sabría afirmar cien por cien el porqué de una subida tan grande de precios», añade.

Cuando dispone de carretes en la tienda, los vende bastante rápido, de dos a tres al día. «Puede no parecer mucho, pero a 20 euros cada uno, es dinero». Y no solo eso, las cámaras desechables, que hasta hace poco estaban cogiendo polvo en las estanterías de los estudios de fotografía, ahora también vuelan. Si bien Fran reconoce que donde más notan los ingresos es con el revelado: «Pueden entrar entre seis y ocho todos los días, cosa que era totalmente anormal hace unos años».

Sin embargo, no son pocos los nativos digitales que acuden a Magenta Fotografía pidiendo ayuda con cámaras analógicas. Aunque ellos no las venden, sí dan algunos consejos. «Suelen llegar con algunas de segunda mano; a veces sin pilas, sucias, desajustadas, y en ese sentido sí les podemos pegar un pequeño repaso para que empiecen con la aventura», explica Fran. Estas se suelen adquirir de una forma sencilla en tiendas de segunda mano, por internet, y los más afortunados se las encuentran guardadas en algún cajón. Una cámara de este estilo, dejando a un lado las profesionales, puede rondar los 20 euros. «En este sentido sí que hay bastante oferta, porque aquellos que las tenemos no queremos saber nada de ellas, la verdad», bromea Fran.

«En los últimos cuatro años estamos notando más interés»

Además, muchas marcas han hecho una apuesta ecológica incorporando a su catálogo las reutilizables. Suelen estar hechas de plástico y, como ventaja frente a las de un solo uso, es posible alargar su vida útil colocando diferentes carretes. El objetivo, además de esperar el resultado por no poder verlo de inmediato en una pantalla, es el efecto granulado y retro que aportan estas cámaras. Desgraciadamente, no siempre se consigue. «Tienen una curva de aprendizaje muy dura, necesitas saber lo que estás haciendo», expresa Fran. «Y te encuentras muchas decepciones porque salen desenfocadas o, después de hacer 36 fotos por la noche de fiesta, salen 4».

Fotografía tomada con una cámara analógica en A Coruña.
Fotografía tomada con una cámara analógica en A Coruña. Diego Simón

Alternativas

El elevado desembolso que supone es lo que lleva a muchos de ellos a buscar alternativas. Diego Simón tiene 23 años, es de Vigo y está estudiando fotografía. Esa que siempre ha tenido muy presente, porque su tío también se dedicaba a ella. Reconoce que le gusta la analógica, pero su precio hace que no saque tanto su cámara analógica como le gustaría: «Al fin y al cabo, estás pagando 11, 12 o 15 euros por un carrete al que después se le suma el revelado y el escaneado; te gastas un dineral».

Fotografía tomada con una «digicam», pequeña cámara compacta digital.
Fotografía tomada con una «digicam», pequeña cámara compacta digital. Diego Simón

Una opinión que compartió en su perfil de TikTok (@diegunsson), proponiendo alternativas a su público: las «digicams». Esas pequeñas cámaras digitales que muchos también tendrán guardadas por casa. Aquellos que nacieron en el 2000, como él, crecieron posando para una de ese estilo. «Obviamente no es la misma experiencia, pero con un poco de edición puedes tener resultados bastante iguales».

@diegunsson

Mi abuela hace mejores fotos que yo?😛 #parati #fotografia #digicam #retrodigital #analogico

♬ Otra Vez - ProdMarvin

Para su sorpresa, sus vídeos tuvieron buena acogida. «Esperaba unas pocas visitas y que muchos me criticasen por comparar lo analógico con lo digital, pero en realidad me hacen llegar que han vuelto a utilizar este tipo de cámaras que tenían por casa cogiendo polvo», confiesa. Así, Diego busca ese punto intermedio entre la película y el móvil. Desconoce qué va a pasar con esta moda que se está dando en su generación. «No sé si se convertirá en un hobby que, por su precio, poca gente podrá experimentar». Pero sí tiene claro que la fotografía analógica no va a desaparecer: «También se dijo cuando aparecieron las primeras cámaras digitales. Creo que eso no va a pasar nunca».