El cuchillo del pescado incrimina al okupa de Vigo

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La Audiencia desmonta las excusas del detenido por el crimen de la casa abandonada de la Travesía Coruña tras volver de las fiestas de Bouzas. Alegó que él es una persona con fama de tranquilo y culpó sin éxito a otro compañero

02 ene 2024 . Actualizado a las 01:27 h.

«¡Me has pinchado!». Estas fueron las últimas palabras de Johny A.A., un okupa boliviano de 39 años que murió apuñalado ante su casa de Vigo el 17 de julio del 2023 con un cuchillo del pescado. Dos días después, ingresaba en prisión provisional el supuesto autor del crimen, un andino de 41 años que residía con él y con un rumano en una casa abandonada de la Travesía Coruña, cerca de plaza de América. La víctima y el sospechoso habían salido de fiesta esa madrugada para ver los fuegos de Bouzas y horas después Johny murió desangrado en una acera de un callejón próximo a su casa. El detenido lo niega todo y, tras un mes en prisión, apeló a la Audiencia en Vigo para reclamar su excarcelación. Culpó sin éxito al tercer compañero de la casa, apodado el Rumano. Afirma que lo vio tirar «algo» en la maleza pero la Audiencia desmonta su versión porque nadie la corrobora. En un auto, del 8 de agosto, la sala confirma que el detenido siga en la cárcel por riesgo de fuga mientras espera a su juicio por homicidio o asesinato.

El Juzgado de Instrucción número 4 de Vigo ordenó en julio el ingreso en prisión porque la policía halló restos de sangre en la ropa del sospechoso. Admitió que era de la víctima pero porque él se manchó al mover a su compañero, ya que este se había caído al suelo y lesionado con una botella de cerveza que asía en la mano. Luego, cambió su versión y atribuyó la sangre al rumano.

Otra prueba que lo incriminó fue que los agentes hallaron un cuchillo cerca del inmueble donde se perpetró el crimen. El pasado verano el arma estaba pendiente de analizar por la Policía Científica para ver si está relacionada con la muerte. El juez vio como otro indicio que el investigado y la víctima saliesen por las fiestas de Bouzas y se marchasen juntos para casa, pese a que ambos, al parecer, mantenían unas «relaciones difíciles» con numerosas riñas entre ellos.

La versión que da el implicado desde la cárcel es exculpatoria y señala con su dedo acusador a su compañero de piso, el Rumano. En su apelación a la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo, pide su libertad porque cuestiona que haya «verdaderos indicios» contra él. Sugiere que «han querido dar una determinada dirección a la investigación, postergando otras líneas de búsqueda, como que bien podía ser su otro compañero de piso, el conocido como Rumano». Sostiene que esa es «la persona a la que se podía atribuir la imputación» en vez de dirigirla hacia él.

El detenido lamenta que no se diese credibilidad a los testigos que lo describen como una persona con un carácter «tranquilo» frente a la situación de agresividad que por el compañero del piso y otras personas próximas a la víctima se pretende atribuirle. La Audiencia le contesta que, incluso dando por plausible ese carácter tranquilo del sospechoso, «ello no hace imposible la causación de un resultado como este».

El acusado también sugirió que su vecina pudo equivocarse al describir la vestimenta y aspecto físico de las dos personas que, a la altura del número 13, dijo haber visto desde su domicilio. Una pista que la Audiencia ve «irrelevante», pues ni el propio sospechoso niega que al llegar a su domicilio se encontrase con el Rumano, al que ve en un estado que califica de «desesperado», y que tiró algo hacia unos arbustos, cerca de la casa okupa. La versión del Rumano es la contraria pues afirma que estaba en la casa cuando oyó una voz, que pensó que era la de la víctima, y que dijo: «¡Me has pinchado!».

El sospechoso recalca que la sangre se encontraba en la ropa del Rumano pero la Audiencia le responde que «es algo que no ha sido constatado por nadie».

El implicado también alega que cuando volvían juntos de las fiestas de Bouzas, la víctima tropezó, se cayó al suelo y se hirió con la botella de cerveza que llevaba en la mano, y que esa sería la causa, decía inicialmente, de que al ayudarlo, se manchase su ropa. Tras el accidente, ambos se separaron y el sospechoso se fue, a partir de la altura del astillero Barreras, por un sitio y la víctima por otro. A la Audiencia le chirría esta versión porque «ambos se dirigían a su misma casa, y entre ellos, tampoco habría sucedido nada anormal, salvo que habían discutido».

La sala recuerda que el sospechoso sabe que Johny llegó antes a casa, aunque el Rumano declara que el supuesto asesino le contó que no sabía nada de la víctima y que fue el propio compañero de piso quien le desveló que esta se encontraba mal. Pero la Audiencia le replica: «No puede decir que ignora donde está la víctima». A la sala le llama la atención que, a pesar de estas revelaciones del Rumano, la reacción del sospechoso fuese la de coger la mochila para ir a ayudar a su amiga o novia, a lo que se oponía el compañero de piso, en tanto no encontrasen a Johny, a pesar de que «ya sabía que había sido asesinado».

El investigado, en su recurso de apelación, tampoco ve posible que el juez se pregunte por qué el cuchillo aparece en un sito distinto de donde él observó que el Rumano» arrojaba algo. La sala le replica que «nuevamente se está dando por cierta su propia versión de unos hechos que nada hay que la corrobore».

El sospechoso también pone en cuestión la declaración de si había salido o no del domicilio, o si estaba en las fiestas de Bouzas, «pues es incuestionable que recurrente y víctima volvieron juntos de dichas fiestas; y, además, es igualmente evidente que, cuando víctima y recurrente, llegan a la casa, su compañero ya está allí. Si se despierta porque oye un portazo o unas voces, hemos de considerar que se trata de una discrepancia nimia y que no afecta a la esencia de su testimonio, aunque el recurrente niega que la haya podido escuchar».

El investigado se pregunta cómo es posible que su compañero hubiese notado que faltaba un cuchillo que era el que el había utilizado para cenar, pero la sala replica que, en realidad, el principal testigo dijo que «... fue usado por él para cocinar el pescado y que cuando regresó a casa con la policía ya no estaba», y luego apareció donde vio salir al sospechoso de la maleza. «Son personas que viven de okupas en un inmueble, por lo que no es dable pensar que dispongan de un sinfín de utensilios», zanja la sala.

«Nos hallamos ante una serie de indicios que vienen a presentar un carácter incriminatorio» para el sospechoso, concluye la Audiencia. Lo mantendrá en prisión por riesgo de fuga porque «carece de un arraigo en nuestro territorio; no tiene familia en España, y ayuda en un establecimiento por lo que cobra muy poco, sin estar dado de alta».