Una apendicitis grave que se diagnosticó tarde: «Nos decían que eran cosas del niño»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

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XOAN CARLOS GIL

A Xoel le salvaron la vida en quirófano cuando tenía nueve años; el Superior ha dado la razón a la familia porque no se hicieron análisis cuando fue a urgencias; el Sergas tendrá que indemnizar

16 sep 2023 . Actualizado a las 00:56 h.

Hace unos días que Xoel se marchó a Lugo. Estrena la vida universitaria en un piso compartido. Con 18 años recién cumplidos, Xoel está matriculado en el Grado en Robótica que la Universidad de Santiago imparte en el campus de la ciudad amurallada. Con esos planes en la cabeza, el chaval recibió hace unas semanas la sentencia sobre su caso. «Cuando la vio se dio cuenta de que lo que le había pasado era importante», dice su madre, Lorena, argentina de origen que lleva dos décadas con su marido en Tui, donde nacieron sus tres hijos.

Xoel es el niño de nueve años que un día de julio del 2015 acudió a las urgencias del antiguo Hospital Xeral —entonces en pleno traslado al Cunqueiro— y lo mandaron a casa con sospecha de gastroenteritis. Era madrugada. Solo catorce horas después lo estaban operando de urgencia porque tenía una apendicitis muy grave, que le había provocado una perforación y una gangrena, se había convertido en peritonitis y amenazaba su vida. «Cuando vimos la cara del cirujano al salir del quirófano nos derrumbamos. Ahí nos dijo que acababan de salvarle la vida», rememora Lorena, a quien recordar la historia de su hijo mayor vuelve a ponerle la piel de gallina. «Son días en los que estás muerto».

El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia acaba de acoger la demanda presentada por el abogado Cipriano Castreje y ha condenado al Sergas por el retraso en el diagnóstico. La Voz publicó ayer la sentencia: los magistrados critican que en la primera visita a urgencias no se hiciese un simple análisis de sangre para comprobar el nivel de leucocitos, lo que se habría sumado a los otros signos que podían evidenciar la apendicitis (dolor, vómitos, diarrea). Solamente le cortaron los vómitos y lo mandaron para casa. A la mañana siguiente, el niño ni se movía y los padres corrieron de vuelta al hospital.

En ese breve tiempo se produjo, según el TSXG, «una demora en el diagnóstico de la peritonitis por no haberse agotado en el momento preciso los medios encaminados a la determinación clínica de la dolencia». Lorena dice: «Yo de medicina entiendo poco, pero si con una analítica o un ecógrafo se puede saber, hazlo. Los padres no estamos locos, algunos son más pesados, pero hay que escucharlos».

La familia denunció también todas las complicaciones que el niño sufrió en su recuperación en el hospital. Padeció neumonía, derrame pleural, estuvo en la uci en dos ocasiones, un mes en total. Tuvieron que ponerle una vía central y casi se desangra. Cumplió diez años ingresados. No les gustó el trato de algunos profesionales. «Al principio te dicen que son cosas de los niños. Mira si eran cosas del niño, que empezó a caminar después de dos meses», recuerda con rabia la madre. Aun así, los magistrados basan su sentencia solo en el retraso diagnóstico y no se meten en las complicaciones que padeció durante su estancia en el hospital.

Un proceso así deja marcas. Xoel no tiene secuelas, pero «lo movió psicológicamente, se apegó mucho a nosotros», explica su madre. También a ellos: «Con Xoel, cada día es un regalo tenerlo, es algo especial», dice. Sobre todo ahora que se ha ido a estudiar fuera.

Lorena reconoce que está satisfecha porque la sentencia demuestra que los padres tenían razón. «No quiero que nadie más tenga que pasar por esto. Hay otros niños y mis hijos también serán padres el día de mañana».