Furor por los furanchos

Monica Torres
mónica torres SALCEDA / LA VOZ

VIGO

Mónica Torres

Colas y esperas en el arranque de la temporada alta de los loureiros de Salceda

21 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Abrimos el viernes con esperas de tres cuartos de hora, algunos clientes tuvieron que marchar y el sábado más de una docena quedaron sin mesa. Es un arranque de temporada triunfal», confirma Alejandro González, al frente del Furancho Barrio das Flores de Salceda con su mujer Marina Álvarez. Y es que, aunque febrero marca el inicio de la temporada alta de estas tabernas de temporada en la provincia, la apertura es escalonada. Los de invierno arrancan un poco antes en Redondela, Moaña o Mos, pero el grueso, tras San Blas y, en el área de Vigo, florecen por primavera.

«Tenemos 1.500 litros de vino, entre tinto y blanco y tres meses por delante, pero igual tenemos que cerrar antes si agotamos las existencias como ya nos pasó alguna vez», advierte Alejandro González. Además del vino, en su furancho se disfruta además del aceite de oliva que este enamorado de la tierra y sus productos comenzó a elaborar a partir del 2011 y que ahora riega uno de los platos estrella de su loureiro, que son las fabas con ourella. La carta se completa con raxo con patatas, huevos con chorizo, zorza, tortilla y las empanadas de bacalao con manzana o tortilla, que ya son un distintivo de su casa.

La ruta por el paraíso de los vinos de cosecha propia servidos en cunca llenó ya el pasado fin de semana las carreteras secundarias de municipios como Salceda. No necesitan publicidad, porque se conocen por el boca a boca y la mejor manera de llegar a cualquiera es siguiendo los letreros o las ramas de laurel que se colocan en los cruces de caminos. La labor de la Guía Furanchín, que es como la Michelín de estos templos de la antigua gastronomía y la cultura gallega, es también fundamental para ponerlos en el mapa.

Mónica Torres

El equipo de Juan Vidal, Daniel Álvarez, Lorena Cancelas y Ruth Fernández, también desembarcó en Salceda estos días para engordar sus redes. «Estamos consiguiendo el relevo generacional, porque el propietario cede el testigo a sus hijos y la puesta en valor del campo porque metemos en la cultura de los vinos a los jóvenes», apuntan Juan y Lorena.

Comparten el sentir popular que abarrota de coches los leira párking de las aldeas. «Los furanchos tienen cada vez más repercusión y reconocimiento, gracias también a las redes sociales y atraen cada vez a más jóvenes», indican mientras disfrutan de un chorizo al infierno en el Furancho Lugar da Fonte. En los fogones, Manolo Estévez, conocido como Chasco y su mujer María Jesús, que trabajan a destajo con su hijo Damián porque el ir y venir de clientes es continuo en su primer fin de semana de actividad.

Mónica Torres

«Hemos llenado los primeros días y esperamos completar también la terraza en Semana Santa si el tiempo acompaña», avanza Damián. En su finca de la parroquia de Parderrubias, con varias mesas bajo un antiguo cobertizo de piedra rehabilitado y otras al aire libre, tienen capacidad para ochenta personas a las que reciben con empanadillas. La oferta culinaria, que se cocina a la vista de los fieles comensales, incluye raxo, empanada, tortilla, oreja y, como distintivo, las tostas en pan de maíz con beicon y huevo.

Los furanchos, que sacan adelante el vino acumulado en sus cubas, pueden abrir entre el 1 de diciembre y el 30 de junio. Cada uno elige sus tres meses de actividad, pero también horarios. La mayoría abre solo de tarde o noche, aunque otros como el de Barrio das Flores, también lo hace al mediodía los sábados, domingos y festivos. Las expectativas están puestas en la Semana Santa, que es la temporada alta por excelencia de estos establecimiento efímeros en el área de Vigo.

«Soy alemán pero adoro los furanchos y venimos en cuanto arranca la temporada», desvela Godo, recién aterrizado con su mujer en el loureiro de Barrio das Flores. «Aquí estás como en casa, comiendo en familia y más relajado que en un restaurante», apunta Marisa de A Cañiza, que acompaña a la pareja en la misma mesa, donde también disfruta del continuo brindis de cuncas, Julio, que es de Castrelo do Miño.

«Vienen familias enteras. Abuelos con hijo y nietos. Cada vez son más grandes los grupos y el abanico de edades», señala Alejandro García. En breve, abrirán también los de Cangas y O Baixo Miño.