Testigos de una época industrial de gran altura

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

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Las chimeneas de Álvarez, Regojo, Massó y otras empresas marcan un rastro fabril en vías de extinción

10 mar 2024 . Actualizado a las 01:40 h.

Pink Floyd convirtió en icono de la música popular del siglo XX las chimeneas de la central eléctrica de Battersea, en Londres, al llevarlas a la portada del disco Animals. Y en esa misma ciudad supieron también convertir en imagen internacional del arte la Tate Modern, la antigua central de energía de Bankside presidida por una gran chimenea cuadrangular. Las enormes chimeneas fabriles remiten a una época de crecimiento industrial y conforman un patrimonio que va más allá del aspecto material para evocar lugares de trabajo, pero también de lucha por los derechos laborales e, incluso, de relaciones sociales.

Aquellas antiguas salidas de humos son hoy tratadas de distinta manera. Si bien en algunos casos se comprende el valor patrimonial que suponen, en otros, han sido olvidadas y permanecen a merced de los elementos, como le ocurre al conjunto fabril que las acogió. Entre los primeros casos se encuentra la chimenea de la fábrica de Regojo, en Redondela. Ha sido conservada para mantener la memoria de una fábrica, construida en 1918, que tuvo una enorme importancia en la economía local, ya que llegó a contar con 1.200 trabajadores en los años sesenta del pasado siglo. Un armazón asegura la estructura entre los edificios que se construyeron en donde estuvo la fábrica. En este mismo municipio todavía se conserva en pie algún otro elemento de este tipo, como es el caso de las ruinas de Industria Metalífera Española, situadas en A Portela.

Al otra lado de la ría, en Cangas se mantienen erguidas varias chimeneas, siempre relacionadas con las fábricas de transformación de productos del mar. Es el caso de la antigua conservera Arbones, al final de la playa de Rodeira. Si bien el conducto de expulsión de humos todavía se mantiene en pie, no ocurre igual con otras partes del conjunto. La referencia en este municipio es la chimenea de Massó, un edificio de 1937, que perdió su cualidad fabril en 1996. Mide 40 metros de alto y ya tuvo problemas de mantenimiento hace unos años, aunque esta circunstancia es válida para el conjunto del edificio. Menos alta es la chimenea de la antigua factoría ballenera, muy cerca del anterior edificio, abandonada en 1983. Sin dejar Cangas, en la ría de Aldán se encuentran las ruinas de la conservera de Curbera, que en los últimos años estuvo relacionada con proyectos turísticos.

En Vigo, el rastro de chimeneas se reparte por las antiguas zonas industriales. En Ríos se sitúa uno de estos elementos, que presenta una forma cuadrangular, un modelo poco usado por esta zona. Perteneció a la factoría de conservas Garavilla. Sin salir de Teis, en Guixar, aún se pueden ver dos chimeneas en el entorno que ocupó la fábrica de jabones La Iberia Gallega. Ahí lleva desde hace más de ochenta años.

Pero las más famosas de la ciudad olívica son las que marcaron el ritmo de producción de La Panificadora y Álvarez, dos ejemplos de abandono absoluto del patrimonio industrial. La primera de ellas ya presenta un grave destrozo que, irremediablemente, hace presagiar su derrota frente a la ley de la gravedad.

Ya en Bouzas, en el número 230 de Tomás A. Alonso, se conserva solo una parte de la chimenea de lo que fue la conservera Casal y Candeira, de la que ya no quedan restos significativos. Más suerte tuvo la chimenea de ladrillo del antiguo matadero municipal, salvada cuando la Xunta decidió convertir aquel viejo establecimiento en actual Museo do Mar de Galicia.

Ya hacia el interior, en Mondariz-Balneario, en las ruinas de lo que fue la antigua panadería del Gran Hotel, aún se puede ver una chimenea de planta cuadrangular. No lejos de allí, en la carretera que lleva a Ponteareas, está la chimenea de una industria maderera que sigue en activo.

Y más al sur, en As Neves todavía se mantienen en pie las ruinas del aserradero de A Ponte, que tiene un chimenea chaparra. Está en el cruce de la antigua PO-400 con el Río Termes.

Otra zona fabril que concentra varias chimeneas es la que coincide con el final del río Miño. En Tamuxe, en la parroquia rosaleira de San Miguel de Tabagón, se conserva la vieja chimenea de lo que fue Nandín, Vicente y Compañía, dedicada a la transformación de la madera.

Y al otro lado del río Tamuxe, ya en Salcidos (A Guarda), se alzan los pináculos de la fábrica de cerámica de As Cachadas, también conocida como El Progreso. Hace unos años, en una conferencia de Xoán Martínez Tamuxe sobre la industria en la zona, señaló que la gran chimenea costó, a mediados del siglo pasado, casi 70.000 pesetas. Todo un dineral entonces.

Sin salir de A Guarda, en A Pasaxe, todavía campea la chimenea de Serrerías Miño entre la urbanización que ocupó la zona una vez abandonada la actividad industrial.

Más adelante, en el municipio guardés, en A Gándara se puede observar la chimenea que evacuaba los humos de la cerámica Santa Tecla en las misma ladera del Trega. Y en Nigrán, en el cámping de Playa América, se conservó una chimenea que alivió de humos la producción de una antigua fábrica de tejas ya desaparecida.