Talar árboles para evitar incendios

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

Oscar Vázquez

Un árbol que no existe, no arde; un edificio que no existe, tampoco

03 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace un par de décadas el entonces presidente norteamericano George W. Bush proponía un programa de talas forestales masivas argumentando que con menos árboles se producirían menos incendios forestales. La lógica de la iniciativa era metafísicamente impecable pues un árbol que no existe es imposible que pueda arder. Al simpático señor Bush no se le ocurrió que, aplicando esa misma lógica, si se prohibieran los coches, se evitarían los accidentes de tráfico, por poner solo un ejemplo. En cualquier caso la brillante idea arboricida de Bush (que no se llegó a materializar) consiguió que se le considerase un orate a nivel global y un epítome de la ignorancia en materia ambiental.

Aparentemente sin relación con lo anterior, comprobamos que abundan las especies exóticas en las repoblaciones realizadas por el Concello de Vigo, incluso algunas invasoras, a pesar de que afirman que priorizan las autóctonas. Deducimos que el concepto municipal de lo que significa una especie autóctona depende en buena medida del punto de vista, pues muchas especies plantadas por el Ayuntamiento —tras talar previamente los árboles ya existentes— son ciertamente autóctonas: la robinia rosada es autóctona (del Sudeste de EE.UU), el ginko es también autóctono (de China) y también lo es el rododendro (de Nepal). También es autóctono el proyecto de «bosque con especies de ultramar» en la avenida de Castelao, pues está formado por especies autóctonas de sus respectivos continentes y países. Como decía el alcalde, «ahí colocamos especies exóticas, como las que traían los indianos».

Por lo tanto, para el criterio municipal, que una especie sea exótica es un problema pero también un valor añadido. Serían algo así como los árboles de Schrödinger.

Recordábamos ambas cosas esta semana ante el anuncio de la crónica de otra tala anunciada: las acacias negras de gran porte del talud de la Falperra. En este caso el argumento es que son especies exóticas invasoras y propagan los incendios. El carácter pirófito de un árbol en mitad de la ciudad nunca se había utilizado como excusa para justificar su tala, pero se utiliza ahora, aprovechando la sensibilidad social que despertó el terrible incendio del edificio de Valencia.

Usando la misma lógica, ¿pensaríamos que si eliminamos los edificios nunca podrá arder un edificio? Es una evidente ironía, pues somos conscientes de que necesitamos viviendas para vivir, pero ¿somos conscientes de que necesitamos a los árboles para vivir? En Vigo parece que no. Como apuntaba hace más de veinte años el visionario George W. Bush, esas acacias de Falperra nunca van a propagar un incendio.

Las especies exóticas singulares que se plantaron hace siglos con fines ornamentales (no se deben confundir con las repoblaciones productivistas de la industria forestal que destrozan nuestros ecosistemas) son ya una parte importante de nuestro patrimonio natural. Son especies exóticas buena parte de los árboles catalogados como singulares por el Concello y son exóticas buena parte de las árbores senlleiras de Galicia. Sin ir más lejos, son también exóticos invasores y pirófitos los eucaliptos monumentales de Castrelos (protegidos como árbores senlleiras). Al estar confinadas en los parques, estas especies pierden su potencial invasor, ya que es muy fácil evitar su expansión. Pero quizás esa solución de talar árboles para prevenir incendios sea más sencilla que escuchar las reivindicaciones y las serias advertencias que llevan años denunciando los bomberos de la ciudad sin que nadie en el gobierno municipal los escuche.