Un aumento de temperatura pudo matar a los patexos de Samil

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

Xoán Carlos Gil

Estos cangrejos pequeños ya empiezan a localizarse en latitudes tan septentrionales como el Mar del Norte

13 feb 2024 . Actualizado a las 09:02 h.

Esta semana aparecían en Samil centenares de ejemplares de patexos muertos, como días antes había sucedido en otras rías. Es una triste excusa para contar la historia de estos cangrejos tan comunes y, sin embargo, no muy conocidos. Nuestros amigos se llaman Polybius henslowii, aunque su nombre común resulte más simpático y pronunciable. Habrán deducido que lo de patexo tiene que ver con la longitud de sus patas, muy planas, que le ayudan a ser un buen nadador por lo que se pueden encontrar en toda la columna de agua.

Nuestros primos tienen un tono pardo en la parte superior del caparazón y casi blanco en la inferior y alcanza como mucho los cinco centímetros de largo. Les gustan especialmente los fondos marinos y aguas abiertas. Su vida transcurre generalmente en entornos de unos 400 metros de profundidad y fondos arenosos, por lo que no suelen acercarse mucho a la costa y suelen reunirse en grandes grupos en los que se organizan migraciones integradas sobre todo por machos relacionadas con la reproducción. Tienen poco interés comercial y apenas se utilizan para consumo humano, pero son el alimento favorito de las gaviotas patiamarillas y, actualmente, se emplean como cebo vivo para la pesca de robalizas, pulpo y sargo. 

Aunque sigue siendo una especie abundante, su población no llega a los niveles de principios del siglo pasado, en la que se pescaba en el entorno de las Cíes para utilizarlos como abono y aporte de cal para fertilizar los campos y se realizaban capturas de hasta dos toneladas por barco (llegaron a existir embarcaciones específicas para ello, las patexeiras).

Como cebo

La pesca del patexo, era un complemento económico para los mariñeiros y de paso una labor de «control» pues nuestros primos llenaban muchas veces las redes de arrastre ocupando el espacio de otras especies de mayor valor comercial. Eran otros tiempos y, como toda actividad pesquera sin control, poco a poco, la abundancia del patexo comenzó a disminuir hasta el punto de que, aunque sigue siendo abundante, las nasas autorizadas para su captura como cebo se empiezan a limitar. La causa más probable de la mortandad de patexos estos días podría deberse a un cambio brusco en la temperatura del agua. Respecto a esto ya hace más de quince años que el proyecto Cligal de la Xunta de Galicia de entonces advertía que la temperatura media de las rías está aumentando, superando los 18 grados, y esto provoca cambios en los ecosistemas, con la llegada de nuevas especies cuyo factor limitante era el frío de las aguas y, a su vez, muchas especies que necesitan ese frío se van desplazando hacia el norte.

Los patexos no son una excepción y ya se empiezan a encontrar en el extremo sur del Mar del Norte. Los episodios relativamente frecuentes de mortandades masivas de patexos y otros crustáceos sensibles a las temperaturas se producían generalmente en verano, pero el cambio climático está desestacionalizando estos sucesos. No tenemos muchos motivos para el optimismo, pues esta misma semana aparecía una noticia que debería haber abierto todos los informativos del mundo, por sus implicaciones, pero no lo hizo: el sistema Copernicus del servicio de control del cambio climático de la UE registraba un nuevo récord absoluto en la temperatura superficial de los océanos, superando ampliamente los 21 grados y batiendo los récords anteriores de 2023, 2015 y 2016. Las evidencias del cambio climático se nos acumulan, las queramos ver o no, y también los humildes patexos nos lo están advirtiendo.