«Hotel Avelino» rescata la historia de los agüistas que no podían ir al Gran hotel

Monica Torres
mónica torres MONDARIZ-BALNEARIO / LA VOZ

VIGO

cedida

Un libro de Alberte Reboreda restaurará la escalinata de Mondariz-Balneario

19 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En los felices años 20 llegó a haber 25 hoteles y pensiones en Mondariz Balneario que siempre estaban llenos. El Gran Hotel, era el Ritz de Galicia, y hospedó a personalidades como Rockefeller, Primo de Rivera o la infanta Isabel de Borbón, pero gran parte de la historia de aquella belle époque, se escribió en el hotel Avelino. Con estas premisas y un doble propósito, el arqueólogo Alberte Reboreda presenta mañana el libro que saca a la luz la historia de este humilde establecimiento que jugó un papel fundamental en la villa durante casi un siglo. «O libro rescata a memoria dos agüistas que non podían aloxarse no Gran Hotel porque non eran aristócratas e das ducias de traballadores aos que empregaron de todo a contorna». Alberte Reboreda ha bebido de fuentes vivas, consiguiendo entrevistar a algunos de los trabajadores del hotel que Avelino Álvarez, «un humilde veciño de Ponteareas, fillo de agricultores da parroquia de Arcos», construyó en el año 1892 en la calle Ramón Peinador, así como a los descendientes propietarios.

Además de divulgar el patrimonio inmaterial y rescatar parte de la memoria colectiva de su pueblo, el trabajo pretende también devolverle su majestuosidad a la escalinata más famosa y monumental de la villa. Parte del dinero recaudado con la venta de su libro Hotel Avelino 1992-2022, que mañana a las 20.00 horas se presenta en el auditorio de la Casa del Concello, editado por la asociación Búrbida y la Diputación de Pontevedra, se destinará a colocar los dos balaustres y la esfera granítica que la escalinata del bosque perdió hace ya más de 30 años. Se trata de la escalera diseñada en 1920 por el escultor Lorenzo Coullaut Valera, situada justo al lado de la famosa Fuente de A Gándara de Antonio Palacios y que une el bosque con el jardín del Gran Hotel. Según el autor, si no consiguieran los 2.000 euros que aproximadamente cuestan los elementos que hay que reponer, cuentan con el compromiso del Concello para completar lo que falte.

La nueva obra de Reboreda rescata testimonios, anécdotas y momentos con los que muchos se identificarán ya que el hotel Avelino nunca fue un lugar de paso. «Consciente do potencial, ao ver o ben que ían o comercio e a hostalería porque xa a realeza portuguesa e a elite económica de finais do século XIX e principio do XX acudían á vila, Avelino alugou primeiro unha pensión e tres anos despois comprou a parcela, que era monte, na que construiría o seu hotel», explica Reboreda. Tenía 50 habitaciones y la mayoría de sus clientes procedían de Portugal. Estaba formado por dos pabellones en paralelo y dos chalés. Dieron empleo a cientos de personas, afirma Reboreda y describe el trabajo, por ejemplo de las lavanderas. «Cada un deses 25 hoteis tiña asignado un tramo acoutado no río Tea no que as lavandeiras pasaban doce horas ao día lavando seguido sábanas e manteis».

Regentado por Lorenzo

El establecimiento se mantuvo siempre en manos de la misma familia hasta que cerró definitivamente sus puertas en 1990 y, en sus dos últimos años, apunta Alberte Reboreda, estuvo regentado por el exalcalde José Antonio Lorenzo, que lo tuvo en alquiler. Debido a la trascendencia en la historia local y al 130 aniversario de su inauguración, el estudioso decidió emprender este proyecto de recuperación que ahora ve la luz y que puede asentar también la recuperación colectiva de la escalinata del bosque.

Alberte Reboreda destaca el carácter emprendedor del hombre que levantó el hotel, pero también su espíritu visionario porque para fidelizar a sus clientes portugueses, que dejaban siempre reservada la misma habitación para su próxima visita, les enviaba postales de felicitación por Navidad y año nuevo. Tenían huerta que alimentaba su despensa y su carta, cancha de tenis, capilla y garaje para los carruajes de los primeros agüistas.

Supo reinventarse y abrió su comedor al pueblo. Así se convirtió en el escenario de decenas de bodas y celebraciones como el homenaje que en 1987 le tributaron a José Antonio Rueda Crespo, vicepresidente de la Diputación y padre del actual presidente de la Xunta, Alfonso Rueda.