Los Reyes de Riazor

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

06 ene 2024 . Actualizado a las 22:18 h.

Dulces, cerveza y luces fueron las protagonistas de estas fiestas navideñas. El último encuentro, disputado el pasado jueves, nos dejó un sabor de boca extraño, dulce por la victoria, pero soso por la forma en la que se consiguió. Eran grandes las expectativas para este partido e insisto, como dice Leiva, cuidado con ellas, y por ello nos plantamos en Riazor en víspera de la noche de Reyes para confirmar la esperanza de poder ganar la liga o volver a la oscura realidad de vernos en Tercera un año más.

El partido a priori era un partidazo, un señor filial, para mí, junto al del Celta, la Ponferradina y nosotros, los cuatro equipos que pelearemos hasta el final por el título liguero, pero resultó ser un partido con dos caras. La primera de ellas, la de Lucas Pérez durante media hora disfrazado de Melchor, regalándonos dos desmarques, atacando el espacio, siendo determinante donde siempre lo es y lo ha sido, dos goles y el oxígeno que nos da ver a uno de nuestros jugadores franquicia empezando el año con buen pie.

La otra, la del Sanse, sesenta minutos de fútbol total, sin nervios ni presión, igualando físicamente al Dépor y apretando arriba evidentemente por la situación del encuentro, pero, para mí, sin duda el mejor rival que pasó por Riazor a lo largo de esta campaña. Digamos que Gaspar y Baltasar fueron estos chicos que pintan muchos a fútbol profesional.

Tuvimos enfrente al filial de un club el cual envidiar. ¿Por qué no soñar con que algún día seremos el Athletic, la Real, el Osasuna o el Alavés? Es el máximo exponente del fútbol en cuanto a cuidar de lo que es tuyo, cómo generar dentro de tu casa sin tener que ir fuera.

Entre tanto caos, lesiones, expulsiones, sufrimiento y goles anulados, aparece el caso Mackay. Sintetizando: portero de la casa, apuesta por el club de su ciudad, tras dos años y medio y el partido de Castellón se ha llegado a la conclusión de que el míster Idiakez ha elegido a Parreño como titular. Y nos enfrentamos a dos hipótesis: la primera, que al no jugar y no sentirse valorado decida marcharse para disfrutar desde el verde sus últimas temporadas como futbolista; y la segunda, que se quede, sea capitán de vestuario y no de campo para aportar lo que pueda a la plantilla y ascender. Ambas dependen de Ian, si el club decide unilateralmente, se equivoca por completo.