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El negocio del mejillón se desinfló un 20 % tras quedar la producción por debajo de las 200.000 toneladas

Somos Mar REDACCIÓN / LA VOZ

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Martina Miser

La facturación por venta de bivalvo el año pasado fue de 119,5 millones, 30 menos que en el ejercicio precedente

05 may 2024 . Actualizado a las 04:45 h.

El producto estrella de la acuicultura gallega, ese que hace que Galicia sea líder europeo por sus cifras de producción, es el mejillón. Y en el 2023 no estuvo en su mejor momento. Si desde hace años se tiene como referencia las 250.000 toneladas anuales —volumen que rebasó, por ejemplo, en el 2021—, el año pasado cayó por debajo de ese listón de referencia e, incluso, por el psicológico de las 200.000. De las bateas gallegas salieron el año pasado 178.065.331 kilos, casi un 19 % menos que en el 2022, un ejercicio, además, que ya se había cerrado con un desplome del 13 %. Por supuesto, esa merma productiva (41.633 toneladas menos) tuvo reflejo en el negocio mejillonero, que se desinfló cerca de un 21 %. La facturación por la venta de mejillón el año pasado fue de 119,5 millones de euros, quedando por el camino más de 30 millones.

De este retroceso ya venían advirtiendo las organizaciones de productores gallegas. Unas con más énfasis que otras. Los problemas para hacerse con la cría necesaria para llenar las bateas que hicieron estallar el malestar de los bateeiros a las puertas de San Caetano se conjugaron con unas temperaturas elevadas de las aguas poco propicias para el crecimiento del mejillón y que, además, provocaron mortalidades importantes de bivalvo. A eso se sumaron los desoves a destiempo que hicieron que este año abundase la mejilla en las rocas, pero que el año pasado retrasaron el desarrollo del molusco. De todas esas conjuras, estos resultados, que no se habían visto en muchos años.

Solo el 8,5 % es de talla grande

Más de la mitad del mejillón que salió de las bateas (52,55 %) fue de tamaño pequeño. Con esa talla se vendieron 93.565 toneladas, frente a las 15.000 del grande, que supone el 8,5 % de la cosecha. El resto de la producción se corresponde con el tamaño mediano, que se pagó el año pasado a 73 céntimos el kilo, frente a los 65 a los que se dispensó el pequeño y los 85 del grande.

En cuanto al destino, casi el 80 % se comercializó en fresco, que ha seguido ganando cuota de mercado. La industria asumió 37.000 toneladas, y pagó a 55 céntimos cada kilo, frente a los 70 que se obtuvieron por la venta en plazas y pescaderías.

El retroceso productivo se dio tanto en la ría de Arousa como en el resto de áreas de A Coruña (Sada, Camariñas, Muros y Noia) y Pontevedra (Portonovo, Bueu, Cangas, Vigo, Redondela y Baiona), pero es más llamativo en la primera, toda vez que de esos polígonos (Ribeira, A Pobra, Vilagarcía, Cambados y O Grove) sale el 68 % del mejillón cosechado en Galicia. El año pasado de ese distrito de Vilagarcía salieron 121.000 toneladas, frente a las 150.000 del año anterior. Ya solo en las bateas del polígono de A Pobra la facturación se redujo en 10 millones de euros comparado con el ejercicio anterior.