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Desesperación de los productores: «Non queremos chupar do bote, pero non hai marisco»

Somos Mar REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Carmela Queijeiro

El informe sobre la acuicultura constata una caída del 19 % de la producción y facturación de bivalvos, que en el caso de berberecho y almeja babosa alcanza el 90 % en el caso del volumen

03 may 2024 . Actualizado a las 04:45 h.

El lunes pasado se subastaron en las lonjas gallegas 1.653 kilos de almeja japónica, 10 de fina y 114 de babosa. No hubo nada de berberecho. El lunes de la última semana de abril del año pasado se habían puesto a la venta 8.724 kilos de almeja japónica, 642 de fina y 674 de babosa. De berberecho se subastaron 2.307 kilos. La diferencia es prueba la situación crítica por la que atraviesa el marisqueo. Que la situación es catastrófica lo dicen tanto los productores de a pie, que están haciendo rondas de manifestaciones reclamando un plan de regeneración; los depuradores, que no disponen de materia prima para aguantar sus negocios; los conserveros, que no tienen qué enlatar, y la propia Xunta. «Tivemos claro desde o primeiro minuto que afrontabamos unha emerxencia, unha situación catastrófica que precisaba do apoio de todas as Administracións», escribió el conselleiro de Mar, Alfonso Villares, en la introducción del Anuario da Acuicultura 2023, que ayer se hizo público. Un informe que constata el descalabro de la producción de bivalvos al certificar una caída del 19 % tanto en volumen como en facturación. Un desastre que se ceba en la almeja babosa y el berberecho —con un descenso de casi el 80 % en kilos extraídos— y del que no se salva ni el mejillón, que quedó por debajo de la barrera psicológica de las 200.000 toneladas.

Llueve sobre mojado

Pero lo peor es que no parece que las cosas vayan a mejorar. Ha seguido lloviendo —literal y figuradamente— sobre el goteo de desastres que se cebaron en el marisqueo gallego. Unas temperaturas del agua inusualmente elevadas en el verano, que dejaron extenuados a los moluscos, dieron paso a unas incesantes lluvias que provocaron mortandades masivas de bivalvo. En algunas zonas murió más del 80 %. Y a pesar de que «hai altos recrutamentos», como certifican desde la Xunta, un cambio en el régimen de vientos poco propicios al afloramiento —que es el gran secreto de la riqueza marisquera de las rías— ha retrasado el crecimiento de la cría, que no encuentra alimento en esas aguas ya calientes y sin apenas nutrientes. Eso explicaría también que el mejillón no alcance talla y que se desprenda de las cuerdas.

Desde la Xunta señalan que se están ultimando las órdenes de ayuda para regeneración de bancos marisqueros. Un millón de euros para realizar trabajos de acondicionamiento del sustrato, limpieza de depredadores y para comprar semilla tanto autóctona (fina o babosa) como alóctona (japónica).

Pero ¿qué sucederá si el cambio climático ha llegado para instalarse con sus nuevos patrones meteorológicos? «Está por ver se isto foi puntual ou vai ser a tónica e as especies precisan un tempo para adaptarse ás novas circunstancias», decía la semana pasada Alberto Otero, subdirector xeral de Investigación e Apoio Científico-Técnico de la Consellería do Mar. Así es que la Xunta, a través del Centro de Investigacións Mariñas (CIMA), trabaja en proyectos para facilitar la adaptación de las especies al cambio climático. Por un lado, en la búsqueda de un sistema de producción de microalgas de alta calidad que permite aumentar a producción de fitoplancton en cantidad y calidad cuando hay pocos nutrientes en el agua. Y, por otro, prepara un proyecto de investigación con el Campus de Lugo para producir estirpes de berberecho capaces de sobrevivir en bajas condiciones de salinidad.

Pero eso no se consigue de la noche para la mañana y mientras los productores reclaman ayudas: «Non queremos chupar do bote, pero nas rías non hai berberecho nin para unha empanada», decía el martes en Pontevedra el mariscador Santiago Fojo.