Una santiaguesa, en el espectáculo del distinguido Bal d'X del Palacio Garnier

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Armesto (en el centro de la foto) visitó la semana pasada a su exprofesora de ballet, Gail Brevitt (con camiseta naranja), y posó con las alumnas que siguen sus pasos en el jardín exterior de Dancenter Gala. La universitaria no se ha desvinculado del todo del baile en París y, además de ensayar con la cuadrilla, sigue yendo allí a alguna clase de claqué.
Armesto (en el centro de la foto) visitó la semana pasada a su exprofesora de ballet, Gail Brevitt (con camiseta naranja), y posó con las alumnas que siguen sus pasos en el jardín exterior de Dancenter Gala. La universitaria no se ha desvinculado del todo del baile en París y, además de ensayar con la cuadrilla, sigue yendo allí a alguna clase de claqué. Sandra Alonso

Irene Armesto, estudiante de la Escuela Politécnica de París, formará parte del baile tradicional de esta velada benéfica

23 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cómo ha acabado una santiaguesa en el Bal d'X del Palacio Garnier de París? La respuesta la tiene Irene Armesto, una estudiante brillante que lleva bailando desde que tenía 6 años y comenzó este año sus estudios en la Escuela Politécnica de la capital francesa (conocida popularmente como «X»). Dentro de un mes, el 24 de mayo, se vestirá con un traje de época para participar en un espectáculo que forma parte de la velada benéfica que cada año organiza la asociación de antiguos alumnos de la universidad parisina para su fondo social, con el que «luego becan a nuevos estudiantes para que puedan formarse aquí», indica la joven de 18 años.

Irene comenzó en septiembre el doble grado de Física y Matemáticas en la Politécnica, y en enero ya estaba embarcada en los ensayos para esta aventura. Se trata, explica, de «un baile de salón tradicional conocido como la cuadrilla de lanceros, en el que participamos algunos alumnos de mi universidad. Nos dividimos en cuatro grupos, con cuatro parejas cada uno, por lo que bailamos a la vez 32, pero habrá unos 40 estudiantes en total. La mayor parte son franceses, aunque también estamos algunos otros de distintas nacionalidades». Esta coreografía especial tiene lugar en la entrada del Palacio, a los pies de su gran escalera, durante uno de los intervalos de la gala, que arranca con la actuación del ballet de la Ópera Nacional de París e incluye una cena. A esta distinguida cita no solo acuden politécnicos de todas las generaciones sino también dignatarios franceses y extranjeros, altos funcionarios y dirigentes del ámbito político y empresarial, entre otras figuras del mundo de la ciencia y la cultura. 

«En las cuadrillas ellos van vestidos con uniformes tradicionales de la escuela militar y nosotras con vestidos rojos, que es el color oficial en la escuela», señala la compostelana, quien no dudó en presentarse a las audiciones para formar parte de este espectáculo estudiantil. «Tengo formación en claqué y en ballet. Estuve 11 años en la academia de danza que tiene Gail Brevitt en Santiago, Dancenter Gala... y supongo que me eligieron porque vieron que tenía una buena base. Mi formación me ayudó a coger la coreografía, aunque es un estilo totalmente diferente al que había bailado hasta ahora. No estaba muy acostumbrada a los bailes en pareja y me pareció muy interesante aprender una danza del siglo XVIII y ver cómo utilizaban entonces el baile para socializar, con reverencias y otros movimientos con un significado. Es algo muy chulo y la experiencia está siendo muy enriquecedora», cuenta la universitaria, quien tiene un ensayo de una hora y media cada semana para preparar su intervención en el Bal d'X que retomarán ahora —tras disfrutar de unas pequeñas vacaciones la semana pasada—.

Irene aprovechó estos días de descanso para regresar a Compostela: «Lo que más echo de menos de aquí es mi familia, por supuesto, y agradezco mucho volver a hablar mi lengua materna cada vez que vengo, porque no hablo un francés muy fluido y eso me exige allí un esfuerzo mental. En general, la adaptación está siendo buena. La ciudad de París es muy bonita y en loa universidad hice buenos amigos».