Fran Pérez-Mirás, presidente de Asampo: «Lo importante son las últimas voluntades, es lo que tiene validez»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Fran Pérez-Mirás, presidente de Asampo, la asociación que organiza la Pontevedrada
Fran Pérez-Mirás, presidente de Asampo, la asociación que organiza la Pontevedrada Ramón Leiro

Subraya que la finalidad de la asociación que organiza la Pontevedrada no es disfrutar, sino trabajar por la donación de órganos y sangre

07 may 2024 . Actualizado a las 15:17 h.

Francisco Pérez-Mirás Miguéns (Caldas de Reis, 1966), Fran, preside desde el 2019 la Asociación de Amigos de la Pontevedrada (Asampo). Un colectivo que hace muchas cosas solidarias, pero que se conoce sobre todo por organizar la marcha nocturna anual hasta Santiago para fomentar la donación de órganos y sangre. Fran es hoy la cara más visible de la asociación. No le gusta el protagonismo y, de hecho, tuvo que vencer el miedo escénico a hablar en público: «La Pontevedrada es muy mediática». Él es de esas personas que prefieren el trabajo en la sombra, pero compartiendo un café en Pontevedra confiesa que «a todo se va uno acostumbrando».

Más allá de la Pontevedrada poco se sabe de este hombre que no tiene pelos en la cabeza ni en la lengua. «Soy de dar muchas vueltas a todo, pero después también directo». Cuando tiene que hablar, dice lo que piensa. A veces eso no gusta. Y ese carácter puede hacer que, erróneamente, uno se lleve una visión equivocada de él. Porque quienes le conocen bien destacan su generosidad, su emotividad, su implicación con el trabajo y el que siempre esté dispuesto a echar una mano en causas importantes. Nació en Caldas y en la villa termal vivió hasta que en 1973 su familia se trasladó a Pontevedra, a Campolongo. Aunque desde 1997 reside en Poio, en la que se conoce como «casa roja», asegura que Campolongo sigue siendo su barrio: «Le tengo un cariño especial y ahí siguen mis amigos».

Fran es «el del medio» entre sus hermanos Juan Carlos y Bárbara. Estudió EGB en la Xunqueira y después hizo FP. Su primer trabajo fue en montaje de luz y sonido, un sector que dejaría por la construcción. «Estaba fijo, pero llegó la crisis y me fui a la calle», recuerda. Fue una etapa complicada a la que se sumó después un problema de salud: una hernia discal que lo llevó a nadar en la piscina. De ese proceso de recuperación nacieron los actuales dorsales de madera de avellano de la Pontevedrada. Contaba en su día que se relajaba tanto en la piscina que se olvidaba de contar cuántos largos hacía. Así que diseñó unos cuentavueltas artesanales de madera que darían lugar a los dorsales de la marcha.

Cuando volvió a la construcción lo hizo desde abajo, como peón, y no como auxiliar técnico. No le importó. «Tenía que comer. Iban a ser tres años y fueron cinco». Cuando le ofrecieron irse a Portugal a trabajar prefirió cambiar y desde entonces se ocupa del mantenimiento en la EDAR de Vigo. Fiel a su filosofía dice que no le gusta, «pero es trabajo».

Dos mujeres son referentes en su vida. Josefa, su madre, ya fallecida, y Lucía Solleiro, su mujer. De su progenitora, a la que sigue teniendo muy presente, dice que fue una mujer buena y adelantada a su tiempo. «Quiso que la incineraran y fue ella quien me descubrió La puerta de la esperanza», el libro que Juan Antonio Vallejo-Nágera escribió con la ayuda de José Luis Olaizola cuando el cáncer de páncreas le ganaba la batalla. «Mi madre era muy de escuchar la radio, de hacer callos y de invitar a vecinos o de hacer tarta de almendras».

Cuando se le pregunta cómo conoció a su compañera de vida, a Lucía, Fran sonríe. «Por amigos comunes, de jovencillos». Rememora un 17 de agosto de las fiestas de la Peregrina. Tras ocho años de novios, llegó la boda. Religiosa. «Si me casaba de otra manera a mi madre la daba algo». Fran y Lucía forman un buen tándem. «Es la suerte que tengo, en lo importante pensamos igual». De esa unión nacía hace 39 años «el chaval», su hijo David, infante de marina.

Fran Pérez-Mirás, de chaval durante una acampada, con Lucía Solleiro, su mujer
Fran Pérez-Mirás, de chaval durante una acampada, con Lucía Solleiro, su mujer F.P.M.

Fran, que dejó de fumar de forma definitiva en la pandemia, es donante de sangre, órganos y médula ósea. Insiste en que la donación es la razón de ser del trabajo que realizan. «La finalidad es esta»: y saca un sobre con las 34 tarjetas realizadas solo en la noche del pasado 27 de abril durante la Pontevedrada. ¿Hay relevo? Cree que se está implicando gente joven y que se ven «mimbres». Él, que todos los años cierra la marcha a pie de 67 kilómetros, señala que cuando se jubile quiere ir «tirando para abajo». Y asegura que «si hoy mismo alguien viene y dice que quiere ser presidente, ahí lo tiene». «Aquí no se viene a disfrutar, se viene a trabajar. Y cuando alguien se compromete a hacer algo hay que ser serios». Es lo que él le pide a los voluntarios, que hacen un trabajo muy importante.

De la última Pontevedrada se queda con la experiencia que vivió junto a Ayala, una chica de 16 años de Caldas a la que ayudó a llegar al Obradoiro. «Fue de los cierres más emotivos por su juventud y su valor. Se lo dije a ella, fue un orgullo caminar a su lado». En Asampo, recalca, son autodidactas y se van formando en lo relativo a la donación. «Ser donante de órganos está bien, pero realmente lo importante son las últimas voluntades, las instrucciones previas, que es lo que tiene validez», matiza. Fuera del trabajo, Fran disfruta caminando, en playas poco concurridas y en el río. Allí, en esos «restaurantes de lujo» en la naturaleza, le gusta hacer sus pícnics.