La reconversión naval de José André al cumplir los 50 años, de trabajar en Barreras a triunfar con los cachopos en Pontevedra

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

José André, de Lúa Chea, con uno de los cachopos que sirve en su local de Pontevedra
José André, de Lúa Chea, con uno de los cachopos que sirve en su local de Pontevedra Capotillo

Invirtió la indemnización del astillero en montar Lúa Chea. Su pareja ya regenta otro local con este nombre en el barrio vigués de Bouzas

07 feb 2024 . Actualizado a las 12:19 h.

A media mañana, José André está metido en la cocina de su local de la plaza de la Verdura de Pontevedra. Está poniendo todo en marcha para arrancar la semana después de un sábado y domingo de ajetreo en Lúa Chea. Hace un alto en su faena para explicar cómo ha llegado a ser el rey de los cachopos de Pontevedra. Pasó de estar en las oficinas del astillero Barreras de Vigo a la cocina de este local. No llega aquí por casualidad. André es impulsivo, pero sus últimos años compaginando dos trabajos le hizo apostar por una ciudad que conoce bien. Hace diez años que él y su pareja abrieron un pequeño local en la zona vieja de Bouzas. A la gente le gustaba pasarse por ahí, pero en cuanto tuvieron oportunidad el negocio, cogieron el restaurante que durante muchos años fue O Garfo, un local muy popular en este barrio. «Yo trabajaba en Barreras y por las tardes y los fines de semana iba para el restaurante. No sé cuántos años estuve así hasta que acabé petando», reconoce José André. Sin vacaciones y todo el día en faena le hicieron echar el freno.Pasó de estar en las oficinas del astillero Barreras de Vigo a la cocina de este local. Pero no llega aquí por casualidad. André es impulsivo a la hora de emprender, pero acumulaba experiencia en hostelería.

La quiebra del astillero Barreras dejó a José André fuera de la empresa con una indemnización. Cerraba una etapa en el naval, al que ahora reconoce que no volvería «salvo que me estuviese muriendo de hambre». Estuvo casi tres décadas a pie de muelle y muchos de esos años en el departamento de compras. Esa parte de su trabajo le fascinaba. «En el astillero, todos sabíamos de todo, soy inspector de instalaciones soldadas, manejo la grúa. Estaba preparado», apunta. 

Cuando Barreras echó el cierre, José cerró también esa etapa. Y reinició la que ya había empezado con su pareja en Bouzas. Buscó un local en Pontevedra y en pocos meses abrió Lúa Chea, el hijo pequeño que diez años antes había fundado en Vigo. Se especializó en cachopos, como ya habían hecho en Bouzas. «Allá comenzamos con las tostas, pero pronto empezamos a dar el menú del día. Una vez a la semana poníamos cachopo y vimos como la gente venía ya a pedir eso los fines de semanas», recuerda José André. Su pareja, que sigue trabajando en ese local de Vigo, se especializó en este plato asturiano y ofrece hasta una veintena de variedades. Así que en Pontevedra ya no tenía dudas. El cachopo sería el rey de la carta. «Los hacemos en el momento, lo único que tenemos preparado es la carne muy bien estirada, así cada uno lo puede pedir a su gusto», recalca, mientras dice con humor: «El cocinero de profesión es mi pareja y socio, a mí me gusta cocinar e investigar sobre los platos. Me enganché». Ninguno de los dos son de Asturias. El cachopo estrella es el de tetilla con jamón, pero suma más a los favoritos de los clientes. «Gusta mucho el de cecina, cebolla caramelizada con provolone o los cachopos de pollo. Antes de meterlos en la carta, los probamos», explica.

José André abrió el pasado junio en Pontevedra. Quería volver al lugar donde pasaba los veranos cuando venía desde Barcelona a ver a su familia de Ponte Caldelas. Después de meses de ajetreo, el invierno ha echado un poco el freno a la actividad. Está satisfecho con la aventura que acaba de emprender, pero espera que pronto llegue la primavera para recuperar ese frenesí que tanto le gusta.«Yo nunca me arrepiento de nada», advierte. De este primer medio año de actividad pone algún pero a la actitud de algunos clientes y a lo injustas que pueden llegar a ser las redes sociales. «Hace unos días tuvimos unos clientes que después de comerse casi todo el cachopo nos dijeron que no iban a pagar porque estaba crudo», comenta José, que lamenta tener que vivir situaciones tan desagradables. Cada uno de sus platos dan para dos personas y eso hay que tenerlo en cuenta cuando se pide. «Fíjate que el otro día pesamos cuatro filetes de ternera y el jamón que utilizamos para rellenarlos y nos daba 700 gramos», apunta el cocinero del Lúa Chea de Pontevedra.