El jardinero premiado que empezó barriendo hojas en un campo de golf

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El jardinero Anxo Otero, ganador del premio Xardín Galego por su diseño del jardín del Pazo Casalnovo, en Caldas de Reis
El jardinero Anxo Otero, ganador del premio Xardín Galego por su diseño del jardín del Pazo Casalnovo, en Caldas de Reis CAPOTILLO

Anxo Otero ganó el concurso Xardín Galego por su diseño de estilo naturalista para el Pazo Casalnovo, en Caldas de Reis

29 feb 2024 . Actualizado a las 17:22 h.

Ángel Luis Otero Álvarez (O Grove, 1964) es feliz diseñando jardines. Llegó a ese mundo por casualidad e hizo de él su profesión. Anxo Otero, como le conocen, ganaba hace unos días y por tercer año consecutivo el primer premio de la cuarta edición del concurso Xardín Galego, que promueve el sector a través de la Asociación de Cultivos do Baixo Miño (Acubam) y la Asociación Galega de Empresas de Xardinería (Agaexar). Fue por su trabajo durante los años 2022 y 2023 para dar vida al jardín privado del Pazo Casalnovo, en el municipio de Caldas de Reis. En las dos ediciones anteriores se premiaron sus jardines de Bergondo y la isla de A Toxa (O Grove).

Anxo, nacido en una villa marinera, no fue un buen estudiante. «Era rebelde», comenta compartiendo un té en una cafetería de Pontevedra. Tras dejar los estudios, su padre le dijo: «Te vienes al barco a trabajar». En la pesca de bajura estuvo unos años, pero enseguida supo que aquello no era para él. Hizo el servicio militar, que entonces era obligatorio, se licenció y llegó el momento de ponerse serios. Había que ganarse la vida. A través de un amigo, parecía que su destino era ser socorrista en A Illa. Cuando iba a hacer ese curso de formación en la Cruz Roja, se le presentó la oportunidad de trabajar en labores de mantenimiento en el campo de golf de A Toxa. «Empecé barriendo hojas. No tenía apenas conocimiento más allá de cortar el césped».

Así comenzó a forjarse su trayectoria posterior como jardinero. «Dejé un trabajo fijo y me hice autodidacta», cuenta. A partir de ahí llegaron los cursos de botánica, en especial los que impartía en Caldas Carlos Rodríguez Dacal, y su curiosidad por visitar jardines por España y Europa. En esa época conoció por referencias los árboles del Pazo Casalnovo, pero tendrían que pasar muchos años hasta que le llegó la oportunidad laboral por la que logró el premio Xardín Galego.

«El jardín estaba abandonado, los muros destruidos, salvo una pequeña zona próxima a la casa que se mantenía en pie», explica Anxo. Su extensión era de casi 7.000 metros cuadrados. La principal dificultad, expone, era por dónde comenzar. «En ruinas y con tantos metros había muchos frentes abiertos. No había ni luz ni agua. La propiedad quería recuperar el jardín para eventos y bodas. Como no llegaba la traída se usó un manantial de la finca para una zona de acopio de agua», recuerda este autónomo. En su mente tenía claro que quería apostar por un jardín naturalista con plantas de origen silvestre, que necesitara poca agua y ningún abono ni tratamientos fitosanitarios. Algo importante para combatir el cambio climático y un jardín que no tuviera la misma apariencia a lo largo del año.

«Partiendo de un jardín de finales del siglo XIX, con arbolado como base principal en una pequeña área más próxima a la vivienda, se le dio una visión más inglesa, con grandes parterres de una amplia variedad de plantas de tipo vivaz», detalla el autor. Son plantas de aspecto herbáceo, que brotan, florecen y se secan en el mismo año, quedando solo vivas las raíces. Lo define como un jardín «original y vanguardista», de los más grandes de vivaces de España. Tiene 170 especies diferentes. La mayoría de las plantas llegaron a Caldas desde los Países Bajos.

Fuente de inspiración

Para Anxo el premio es un reconocimiento al esfuerzo y a una trayectoria de muchos años de trabajo. Le da importancia porque es un galardón que otorga el sector. Se lo dedica a su padre, ya fallecido, y agradece el apoyo de su mujer, María Garrido, y de Óscar Vaquero, de Viveiros da Barxa. Habla con pasión de la jardinería y subraya que la naturaleza es su fuente de inspiración principal. Defiende que un jardín debe ser un lugar para ser feliz, solo o en compañía, un lugar para la emoción. Como profesional apunta que puede realizar cualquier estilo de jardín, pero que siente predilección por los de estilo naturalista o de tipo inglés. «Diseñar un jardín significa conocer el clima, el suelo y, por supuesto, las plantas; dónde ubicarlas y cómo combinarlas. Busco que sean un refugio para la fauna, pájaros e insectos polinizadores».

Sostiene que en Galicia y en España se han dado pasos muy importantes, pero que el paisajismo sigue estando «a años luz» de algunos países europeos como Inglaterra, Suiza, Países Bajos, Alemania o Francia.