Vender prosperidad o contar mentiras

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe EXPRESIDENTE DE LA XUNTA

OPINIÓN

El flotel «Orgullo Petrolero» en la grada de Navantia, imagen de archivo
El flotel «Orgullo Petrolero» en la grada de Navantia, imagen de archivo ángel manso

06 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta Paul Krugman (premio nobel de economía, 2008) que existe un grupo de vendedores de política económica verdaderamente útiles para el político al «constituir una fuente de visiones que puedan transformar las percepciones que tienen los votantes de sus intereses». Son los auténticos creadores de la magia económica, al ofrecer un diagnóstico inequívoco, dar respuestas fáciles, realizar predicciones económicas sobre lo que va a ocurrir en los próximos meses, aparecer en los programas de televisión por las mañanas y en los debates por las noches, y vender libros para el público en general.

Lo relata todo ello en su libro Vendiendo prosperidad, cuyo subtítulo es más clarificador «sensatez e insensatez económica en una era de expectativas limitadas». Krugman identifica dichas premisas en un período de estancamiento, de expectativas disminuidas y de decrecimiento de la productividad. Ante dicha coyuntura es fácil encontrar economistas, políticos e informadores que traten de divulgar ideas que puedan empaquetarse y traducirse en influencia política. De ahí que existan respuestas no necesariamente correctas, pero sí que por lo menos convenzan a un número suficiente de votantes de que las cosas puedan mejorar, porque de ello dependen sus puestos de trabajo e ingresos.

En la actualidad pasa un poco de lo mismo. No llevo la cuenta de los proyectos empresariales que en los últimos años se han ido publicitando aduciendo la generación de puestos de trabajo y riqueza para las zonas deprimidas. Pero sí recuerdo con exactitud aquellas promesas relacionadas con los «floteles» para Vigo o las «inversiones chinas» en el puerto exterior de A Coruña. Hoy, tenemos muchas declaraciones sobre proyectos vinculados a la I+D+i, a la inteligencia artificial, a proyectos energéticos, a plantas de hidrógeno de todos los colores, a desarrollos forestales y a fuertes inversiones en plantas de bienes de consumo; que me hacen recordar las ideas del mencionado premio nobel cuando arguye al rol desempeñado por los vendedores de la política económica.

En Galicia llama la atención esta nueva dinámica. Nos estamos encontrando con una amplia pléyade de anuncios de inversiones que después no llegan a plasmarse en realidades; generando, en consecuencia, una frustración a la vez que sirve de excusa para alimentar la rivalidad entre Administraciones públicas. Dichas técnicas y prácticas son conocidas y sabemos quiénes son los expertos en desplegarlas, de ahí que sugiera dos cuestiones. La primera, no fiarse del todo de aquellos proyectos cuyos promotores no poseen toda la credibilidad necesaria; y la segunda, no seguir el consejo de Al Pacino que, en la película Dick Tracy, decía «alto, un momento.. que me viene un pensamiento». A lo que añado, y se convoca inmediatamente a los medios de comunicación para compartirlo. Por tanto, ojo con las expectativas desplegadas, no vayan a ser bumeranes para quienes las planteen.