Así se resuelven los incendios forestales en Lugo: «Demostramos que un conductor había prendido nueve focos tirando colillas por la ventanilla»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

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Agentes de la Guardia Civil, mostrando un artefacto incendiario que causó un fuego forestal
Agentes de la Guardia Civil, mostrando un artefacto incendiario que causó un fuego forestal ALBERTO LÓPEZ

El Seprona de Lugo consigue saber el origen del 99% de los fuegos que investigan. Los agentes aseguran que tres de cada cuatro incendios son intencionados

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los incendios forestales se apagan antes de que se prenda el primer árbol. La provincia de Lugo se prepara ya para otro verano de fuegos en el monte. Evitarlos por completo es imposible, pero son muchas las personas que trabajan para reducirlos al mínimo. Los operarios forestales y los efectivos de la Xunta, además de los voluntarios, trabajan ya para limpiar los montes lucenses y evitar que, el día de mañana, sean consumidos por las llamas. Pero hay quien se dedica a investigar los incendios que ya han sucedido, con el objetivo no solo de encontrar sus causas y hallar a los posibles culpables, sino de construir una estrategia que ayude a enfrentarse a los próximos fuegos forestales.

Jaime Lage es el responsable de la unidad de investigación de incendios forestales del Seprona de la Guardia Civil de Lugo. Él es el encargado de coordinar todas las actividades de este departamento. Sus labores se dividen entre la época estival, cuando hay más incendios, y el resto del año. «En verano, nos dedicamos a la investigación participando activamente en cada operativo. Es duro, porque hay veces que tenemos 30 fuegos simultáneos y no hay medios materiales para atajar eso. No estamos para apagar fuegos, aunque no cabe duda de que ayudamos en la medida de lo posible. Estamos para investigar las causas», cuenta.

Aún así, su presencia es vital sobre el terreno. «Eso sí, siempre vamos en cuanto se produce el incendio, porque es cuando sacas más información, tanto del lugar como de testigos. Es importante localizar el área o punto de inicio. La zona más probable y el lugar concreto, si es que existe, vamos», apunta.

Su sector está conformado un equipo multidisciplinar. «Somos tres personas durante el año y, en la época de máximo peligro (el verano), se nos suman más efectivos», comenta Lage.

«El resto del año hacemos lo que se llaman Planes Operativos de Prevención. Nos dedicamos a hacer estadísticas, a estudiar coincidencias en incendios, a repasar motivaciones y causas… Muchas veces conseguimos crear una serie de tendencias que nos ayudan a investigar mejor incendios futuros», indica.

Visita a la tierra quemada años después

Su labor va mucho más allá del propio fuego. Incluso regresan a las zonas quemadas años después. «Muchas veces visitamos las hectáreas que fueron quemadas en años anteriores. La idea es ver a qué se dedican desde entonces. Por ejemplo, se prohíbe la caza durante cuatro años en terreno calcinado, se prohíbe también el pastoreo… Cuando vas el año siguiente y te encuentras unas vacas pastando ahí, te haces una idea de qué pudo pasar», sugiere.

Lage también aprovecha para aclarar una circunstancia que preocupa a los gallegos cada vez que hay incendios intencionados. «Que la gente no se preocupe: no se puede construir en tierra quemada. Al menos, durante 25 años. Está más que legislado», asegura.

Cigarrillos como este, atados a cerillas y a un peso para poder lanzarlo a distancia, causaron fuegos en toda la provincia
Cigarrillos como este, atados a cerillas y a un peso para poder lanzarlo a distancia, causaron fuegos en toda la provincia SEPRONA

Tres de cada cuatro son intencionados y solo un 1% queda sin resolver

Lage y su equipo lo saben todo de un incendio una vez han terminado de investigarlo. Dónde empezó, si fue intencionado, cómo se desarrolló, qué factores ayudaron a que se extendiese... Y, en prácticamente la totalidad de los casos, qué lo ocasionó. «Diría que solamente el 1% de los fuegos los catalogamos como sucedidos por causas desconocidas. Entre el 65 y el 80% son intencionados, y el resto son accidentales, por negligencias y causas naturales», asegura el guardia.

Su trabajo empieza el día que nace el incendio forestal, pero dura mucho más que el de cualquier otro profesional implicado. Esa experiencia les ha dado una serie de conocimientos que ahora aplican a cada caso que se encuentran.

«Los incendios se desarrollan por tres factores: temperatura, pendiente y acción del viento. El grado de humedad del terreno es importante también. Si hay un viento constante de más de 30 kilómetros por hora en una zona de 40% de desnivel... No hay manera de parar eso. Estás actuando en un foco y te saltan seis simultáneos por las cenizas que vuelan por toda la zona. Controlar estos factores nos ayuda a evitar riesgos y a enfrentarnos mejor a cada fuego», razona el agente.

Casos extremos

La labor de su equipo es la de investigar todo lo que rodea al incendio, pero hay momentos en los que su presencia es necesaria para asuntos más urgentes. «Cuando se aumenta la importancia del fuego al nivel 2, todo cambia. Ahí nuestra labor pasa a ser desalojar a la población de las casas y salvar vidas. Pasamos de investigadores a rescatadores. Nos ocurrió en Cervantes hace unos años. Quedamos atrapados en una aldea que solo tenía una carretera para entrar y salir. No nos cogió el fuego de milagro», recuerda Lage.

El último fallecido en la provincia fue un hombre de 89 años que estaba realizando una quema en Friol en el 2019. Murió por inhalación de humo.

«Las zonas más problemáticas de la provincia son la comarca de O Courel, por el calor y la virulencia de los fuegos, y la de Lugo-Sarria, porque la mayoría son intencionados», añade el agente.

El tendido eléctrico, una cruzada del Seprona y de los juzgados

Entre las causas más habituales están las negligencias. Una de las más relevantes para el guardia lucense tiene que ver con el tendido eléctrico. Y es que hasta nueve fuegos en los últimos meses en la provincia se ocasionaron cuando un árbol cayó sobre los cables de la línea.

La responsabilidad de mantener esas zonas limpias es de los propietarios de las fincas, pero también de la empresa de suministros. «Es un asunto que nos preocupa y que hemos llevado al juzgado en más de una ocasión. Las ‘calles' por donde discurre el tendido eléctrico tienen que estar libres de árboles, al menos cinco metros de ancho a partir de ese camino. Pero es que también hay que talar los que puedan caer y, por su altura, golpear los cables. Y eso es responsabilidad de las mercantiles del sector del suministro eléctrico. Deben darle cuenta a la Consellería de Industria, para que avisen al propietario de la finca. Ellas dicen que no, y más de una vez han salido condenadas en el juzgado. Hacemos mucho hincapié en este tipo de prevención. El incendio de Trabada de este año, 200 y pico hectáreas, se originó por la caída de un eucalipto sobre el tendido eléctrico», resume Lage.

¿Quién limpia toda la masa forestal de Galicia?

Lage y sus compañeros están también especializados en la estrategia antiincendios. Por eso, sus recomendaciones durante las tareas de extinción son muy tenidas en cuenta. «Hay muchas formas de atacar a un incendio. Ahora, todo se gestiona con medios tecnológicos. Los técnicos usan ortofotos o planos topográficos para calcular dónde tratar de frenar el fuego. Hay que pensar siempre lo que va a pasar después. Para eso están, por ejemplo, las quemas controladas. Así se le quita la posibilidad de avanzar al fuego», especifica.

Sin embargo, el lucense sostiene que el trabajo de prevención es el más importante. «Los incendios se apagan antes de que se produzcan. De eso no hay duda. Pero en Galicia es dificilísimo. Con la cantidad de monte que hay ya solamente en la provincia de Lugo, la labor de prevención se complica muchísimo. Es una masa forestal gigantesca. ¿Quién limpia todo eso?», se pregunta.

Durante la primavera ya hay equipos de la Xunta trabajando en extinción. «Se encargan de desbroces, limpieza de caminos… Todo lo que llamamos gestión de biomasas», cuenta Lage.

Una de las mayores preocupaciones del agente, que sabe lo que es vivir un fuego forestal de principio a fin, es el castigo que se le impone a los incendiarios. «Hay que agravar las penas por los incendios forestales intencionados y cambiar los tipos penales», sentencia.

Los incendiarios buscan todo tipo de estrategias para quemar los montes
Los incendiarios buscan todo tipo de estrategias para quemar los montes Guardia Civil

La búsqueda de los incendiarios

Descubrir si un fuego forestal fue intencionado es una tarea sencilla para los investigadores del Seprona de Lugo. Solamente necesitan hallar un objeto: el artefacto incendiario. Son muchos los casos que han resuelto y que se iniciaron con esta prueba. Alguno, sin embargo, queda sin castigo por la dificultad de vincular a un incendiario con los fuegos.

«Hace seis años, de noche, nos dieron aviso de una decena de incendios en una carretera secundaria en Guntín. Todos a la vez. Era algo inédito. Diez puntos de fuego a lo largo de la misma vía. Nada más llegar, nos pusimos a trazar la cronología. ¿Cuándo saltó el primer fuego y cuándo el último? Había cinco minutos de margen. Por eso supimos que tenía que ser alguien que iba en coche, y en una dirección concreta. Desde el principio sospechamos que esa persona no podía estarse bajando del vehículo, porque había demasiado riesgo de que lo vieran. Supuse que estaba lanzando algo. Al día siguiente, encontramos siete colillas envueltas en gomas elásticas con cerillas, acopladas a una barra de hierro para que tuviese peso y poderla lanzar a gran distancia desde el coche. Así supimos que había sido un incendio intencionado con dolo, y cómo se plantó el fuego. Nos salió el ADN de una persona en las colillas, pero no se le pudo arrestar finalmente. Las detenciones son muy difíciles. Son cosas que pueden durar años. Fue un caso muy curioso», recuerda Lage.

Algo similar, aunque con tres personas en prisión, sucedió en Ribas de Sil unos años después. «Conseguimos relacionarlos con una veintena de fuegos. Les pinchamos los teléfonos y les balizamos los coches. Estábamos en el convencimiento de que iban a plantar más incendios y así fue. Los pillamos in fraganti y fueron arrestados. Estuvieron en prisión hasta hace nada y seguimos pendientes de juicio», cuenta el agente.