Nenea, la primera «escuela-bosque» de Galicia: un paraíso para aprender en contacto con la naturaleza

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO

A pocos minutos de Lugo se esconde un lugar en el que aprenden niños de entre 3 y 6 años: «O xogo é a actividade máis importante da infancia e deixar que ocorra en tempo largo permite que os cativos teñan unha capacidade de concentración brutal»

21 abr 2024 . Actualizado a las 19:58 h.

Al llegar a Nenea, una «escuela-bosque» situada en San Xoán do Alto, a solo unos minutos de la ciudad de Lugo, reina el silencio. La imagen dista mucho de los colegios convencionales porque no hay gritos ni empujones. Los niños piden las cosas por favor y también dan las gracias. Y solo tienen entre tres y seis años. «¿Quieres pasar delante de mí en la fila?», le pregunta una niña a otra cuando van camino del comedor, que está integrado dentro del bosque. Este proyecto de educación activa fue el primero de Galicia y va camino de cumplir los 10 años de vida. «Na pandemia isto foi un oasis e chegamos a estar completos. Sen embargo, agora notamos o descenso da natalidade e o proxecto non chega a cubrir todas as prazas, como si o fixera en anos anteriores», explica Bibiana Marful, alma máter de Nenea.

La «escuela-bosque» se gestiona a través de una asociación y tiene abierta su matrícula para el próximo curso. «As familias forman parte da entidade e nós formamos parte do equipo pedagóxico. Baseámonos nunha xestión horizontal e as decisións tómanse en equipo», asegura Bibiana.

Las tres profesoras de Nenea —el ratio es de una para cada ocho niños— se comunican con walkie-talkies para evitar gritar entre la paz que desprende el bosque. Dentro de él los pequeños aprovechan los recursos infinitos que ofrece porque viven y aprenden explorando e interactuando constantemente con el medio ambiente.

«La mayor parte de los niños son de Lugo, pero también vienen de otras zonas como Sarria, O Corgo u Outeiro de Rei», precisa Bibiana. «Hemos tenido gente que se ha querido mudar a esta zona para que sus hijos estudien aquí y también nos llegan muchas solicitudes de gente extranjera», añade.

Nenea acoge a un máximo de 25 niños cada curso, por lo que anualmente tienen que incorporarse cinco o seis. Los pequeños que acuden a esta« escuela-bosque» tienen la oportunidad de explorar y potenciar sus intereses y curiosidades. En un horario que va de nueve de la mañana a tres de la tarde, también hay servicio de comedor, que además ofrece una comida ecológica y adaptada a cada familia. La comida llega pasada la una de la tarde. Entonces empieza todo un ritual en el que los protagonistas son los niños. «Todo se basea nun traballo colaborativo. Hai unha ruleta coa que tamén se decide as tarefas que fan por parellas. É moi importante que sintan que forman parte dos procesos e que as súas decisións son importantes», explican en Nenea.

Y así, sin pausa pero sin prisa, los niños se encargan de escribir el menú del día, después se lavan las manos, preparan la mesa y comen.

La asamblea

Otro pilar de Nenea es la asamblea, una zona de diálogo pero también de canciones y juegos que los pequeños adoran. La llamada se hace con un tambor. Entonces los niños se activan despacio, sin gritar, y empiezan su camino por el bosque.

En tiempos de pantallas y en contraste con los colegios convencionales, llama la atención que los niños de Nenea consigan en su primera infancia hacer una buena gestión de la frustración, desarrollar una alta capacidad de concentración y hasta demostrar una lectura comprensiva. Son autónomos y muy equilibrados, emocionalmente hablando. Además el modelo Nenea cumple los currículos educativos y aunque no es conocido en Galicia o España está implantado en otras zonas de Europa.

Dentro del bosque también se esconde una cabaña de herramientas con materiales de bricolaje, pero también de exploración. Crean, aprenden y «argallan». «O xogo é a actividade máis importante da infancia e deixar que iso ocorra en tempo largo permite que os cativos teñan, nun futuro, unha capacidade de concentración brutal», explica Bibiana.

Asimismo, en el recinto hay zonas con cuerdas y árboles para trepar. La zona de comedor puede cubrirse diametralmente con varios paneles y la asamblea es también una construcción fruto del trabajo de las familias. «Todo é grazas ao que facemos entre todos xa que nós non recibimos axudas e se sobrevivimos é grazas ás familias, que son persoas que queren outra infancia para os seus fillos e que colaboran en todo o que poden para facelo posible», añaden.

El bosque es un lugar de aprendizaje perfecto para los niños y no importa que sea verano o invierno ya que cuentan con lugares para refugiarse y todos tienen ropa de recambio y se visten de forma adaptada. Curiosamente, aquí no existen los virus. «Se hai ventos de máis de 55 kilómetros por hora imos á escoliña», precisa Bibiana, en referencia a la antigua escuela unitaria de San Xoán do Alto que, con el apoyo de los vecinos y del Concello de Lugo, transformaron en un espacio abierto para que los niños puedan estar durante los días más crudos del año. Para anticipar cada jornada las profesores se encargan de mirar los radares y actualizar las previsiones meteorológicas constantemente.

La filosofía en esta «escuela-bosque» incluye juegos en el barro o con el agua. Además, todos los miércoles hay ruta, que consensúan ese mismo día los niños y cada semana puede acudir una familia. Talleres de cocina, escritura y hasta una pizarra abierta al bosque en la que pueden desarrollar todo su potencial con los árboles de sombrilla. «Sempre intentamos facer as cousas con materiais naturais e todo está xustificado dende un punto de vista pedagóxico. Nós somos as testemuñas de como aprenden a diario e do cambio que experimentan entre os tres e os seis anos», añade una de las profes.