Russian Red vuelve tras un parón de 10 años: «Tuve que parar cuando entendí que la música no lo era todo»

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Tras el silencio regresa con un disco que presenta en A Coruña el día 13. Su título explica muchas cosas: «Volverme a enamorar»

05 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En Russian Red se cumplió una de las maldiciones del rock: le llegó todo demasiado rápido y demasiado pronto. Eso hizo que allá por el 2014, actuando en Seattle, parase en seco a mitad de concierto, se disculpase ante el público y cancelase el resto de la gira. Lourdes Hernández decidió entonces guardar a Russian Red en un cajón que permaneció cerrado durante casi diez años (salvo para sacar Karaoke en el 2017) que saben a lucha y a aceptación de uno mismo. El cajón ha vuelto a abrirse, y ha salido cantando la artista sus primeras canciones en castellano, recogidas en un disco directo, conciso y descarado titulado Volverme a enamorar, que presentará el sábado 13 en el Teatro Colón de A Coruña.

—¿Qué has hecho todo este tiempo?

—Conocerme a mí misma, aprender que viven muchos personajes dentro de mí, y los he ido identificando, viendo el valor que tienen.

—Y entre ellos, Russian Red...

—Claro, es la cantante. He hecho caso de sus necesidades. Puede parecer todo muy abstracto, pero es que no tengo respuestas concisas para este proceso que todavía hoy estoy asimilando.

—Hablas como mi psicóloga.

—[Ríe]. Es que hay mucho viaje de autoconocimiento en todo esto. De hecho, Volverme a enamorar es un viaje introspectivo disfrazado de canciones de amor. Pero lo que hay detrás es esa sensación de estar al borde del abismo de una misma y ver dónde están los límites, si es que los hay.

—¿Qué te colocó al borde de ese abismo y te hizo bajar del escenario en medio de un concierto?

—Siempre he sido muy melodramática [ríe]. Llegó un momento en el que, después de estar dándolo todo durante años, siendo muy joven, con tres discos, y mudarme a Los Ángeles, empecé a entender que la música no lo era todo. Durante buena parte de mi juventud todo giró en torno a la música, por encima de mi vida personal. No tenía pareja ni nada a lo que aferrarme. Así que se me fueron acumulando los traumas y en vez de tirar para adelante decidí parar. Estaba en Los Ángeles y se abría ahí una posibilidad de reinventarme, de dejar de ser Russian Red e incluso dejar de ser Lourdes.

—¿Y has superado esos traumas?

—No creo que los traumas se resuelvan así como así, pero al menos he aprendido a darles su espacio y que no lo ocupen todo.

—¿Cuál fue el detonante que te hizo volver, que te volvió a enamorar?

—Pues como todos los emigrantes que retornan a su tierra, me volví a enamorar de ella. Volví a conectar con Madrid cuando regresé después de la pandemia para protagonizar una película, Ramona, de Andrea Bagney. Parecía como si los diez años que estuve en Los Ángeles los hubiese soñado o los hubiese inventado. Retomé mi vida exactamente donde la dejé, recuperé una vida que pensaba que había perdido. Eso me inyectó unas ganas de vivir, un deseo por la vida que me abrió muchas puertas internas. Volví a sentirme disponible para todo lo que me pudiese pasar.

—Lo del cine no fue algo anecdótico. Tienes otro proyecto en marcha.

—Espero que no sea anecdótico, porque es algo que me encanta, y estoy llevando todo lo aprendido de interpretación al escenario. Estoy trabajando en el guion de un proyecto audiovisual muy apetecible. Es un musical que podría definir como una autoficción, inspirada en todo este episodio que te estaba contando.

—Pensaba que el disco era el reflejo de ese momento crucial de cambio, pero veo que hay algo de mayor tamaño.

—Sí, lo que pasa es que los proyectos audiovisuales cuesta más sacarlos adelante que un disco. Requieren más tiempo, más dinero...

—Es tu primer disco escrito en castellano.

—Realmente, mis primeras canciones en castellano son las de ese proyecto audiovisual del que te hablo. Así que para los temas de Volverme a enamorar ya tenía rodaje. Aunque hubo un cambio de tono, porque las otras son menos descaradas, menos lúdicas... Más serias.

—Las letras son de las más atrevidas de todos tus discos. ¿No has sentido pudor al hacerlas en castellano?

—En absoluto. El pudor es una de las cosas que me he quitado de en medio. Toda mi carrera musical estuvo marcada por el pudor, y eso ya no forma parte del ecosistema de Russian Red.