Una muestra más de la epopeya del Breogán

Antonio Pernas

FORZA BREO

Antonio L Juárez

27 abr 2024 . Actualizado a las 22:21 h.

Todavía no me lo creo. El Breogán de Veljko Mrsic ha concluido su racha negativa de finales de infarto, de hazañas inacabadas contra equipos de rango superior como Baskonia o Gran Canaria, con la Hazaña, con la consecución de la victoria en Granada, hasta la fecha la victoria más importante de toda la temporada, ya que le permite a día de hoy escapar de puestos de descenso directo a tres jornadas para el final de liga regular, a expensas del partido de mañana de Obradoiro en Madrid; y a la vez de superar en average particular al inmediato predecesor en la clasificación que hasta hoy no era otro que el mismísimo Granada, por haberle ganado los dos partidos esta temporada.

El comportamiento del Breogán esta temporada ha estado plagado de hazañas, de sucesos impensados lejos de la imaginación del mayor optimista, superando la carencia de hombres altos que hubiera calcinado las opciones de cualquiera. También se ha impuesto a una dinámica irregular previa - incluso a la propia inconsistencia inducida por las bajas en cada partido - que no vaticinaba la vibrante resurrección que hemos disfrutado en el partido de hoy.

Una vez más no lo tuvo fácil, el valor de lo anímico es tan importante en estos momentos, la presión por mantenerse en liga ACB es máxima, pero aún así, ninguno de los equipos iba a salir salvado ni sentenciado definitivamente del envite, con lo que hay que seguir en esta línea ascendente de juego los próximos tres partidos.

Y enfrente, estaba Granada, equipo más homogéneo, cementado en una una rotación con mucha presencia física, que parecía demasiada para un equipo cuya carencia venía por la escasez de estatura. 

A priori, dos facetas del juego resultaban esenciales para poder optar a la victoria, controlar el rebote ofensivo de Granada y bajar el porcentaje de tiros de 3 rival para así tener controlado el juego interior nazarí y mantener colapsada la zona breoganista ante la superioridad física de Felicio y Cheatham al poste bajo.

A posteriori, la versatilidad de los hombres “altos” del Breoaán como Juan Fernández, y no tan altos, como Polite y Momirov jugando de falso 4 abierto, convirtieron una carencia física de centímetros en una virtud, ya que la movilidad de jugadores y balón resultó capital para encontrar las mejores opciones de tiros abiertos, a la vez que dejaba la zona abierta para penetraciones de Justin Robinson y McLemore. Mención especial para el acierto de Anthony Polite más allá de la línea de 6,75 y la determinación en facetas ofensivas en diferentes fases del encuentro echándose el equipo a la espalda, jugando siempre contra las recuperaciones defensivas abiertas de los hombres altos de Granada.

El Breogán luchó hasta el agotamiento, ensayó las opciones tácticas que le habían funcionado y alguna que Mrsic estructuró para el encuentro. Más allá de la victoria, hoy recorre por mis venas el orgullo por un grupo que ha ensalzado como pocos las virtudes del deporte, la fuerza de la manada, el esfuerzo como receta para el éxito, el no rendirse nunca.

Apretaron en defensa cuando fue preciso, Sergi Quintela maniatando al base rival Lluis Costa en momentos decisivos del último cuarto, abrieron el juego para anotar triples si lo necesario consistía en abrir una defensa para dejar sitio a Polite, Sergi García o Robinson. Y ya no soólo fueron los viejitos, Nocioni dixit. Los fichados como sucesores tomando el mando de las operaciones en el primer tiempo, Jogela en rebotes ofensivos determinantes, Sakho multiplicando esfuerzos defensivos, todos aportando en un equipo cuya fortaleza mental resultó determinante. Obstinados en no desfallecer, en plantar cara al desánimo que le trazaba el destino, a la búsqueda de la victoria soslayando su inferioridad.

No tengo nada más que añadir de lo que ya he hecho en esta serie de crónicas de una epopeya que ya está en los libros de la historia del baloncesto Breoganista. Y mientras, replicando la frase de la película Carros de Fuego, finalmente ganamos, luciendo la corona de la modestia.