La Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, ante los retos de un tiempo nuevo

FERROL CIUDAD

Ramón Loureiro

12 abr 2024 . Actualizado a las 23:20 h.

La Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, la de la Galicia do Norte, que abarca las áreas septentrionales de las provincias de A Coruña y Lugo y que debe de ser una de las pocas diócesis del mundo que da a dos mares (el Atlántico y el Cantábrico), cuenta con un total de 422 parroquias y abarca una superficie de 4.523 kilómetros cuadrados. Su población, de acuerdo con las últimas estadísticas disponibles —y ya sabrán ustedes disculparme si me equivoco al transcribir alguna cifra—, es de 259.098 habitantes, de los que 63.890 (este dato es del INE) son vecinos del municipio de Ferrol, que es el más poblado de todo el territorio diocesano.

Las parroquias de la diócesis se han ido agrupando, con el paso del tiempo, en cuatro arciprestazgos (para la memoria queda, entre los ya desaparecidos, alguno muy literario, como es el caso del de la Tierra de Miranda). Cuatro arciprestazgos de los que el más poblado es, también, el ferrolano (110.157 habitantes), seguido, por este orden, por el de Mondoñedo (74.924 habitantes), el del Ortegal (38.764) y el de la Terra Chá (35.523). En el año 1955, que fue cuando entró en vigor el decreto de la Congregación Consistorial de 1954, esta diócesis perdió todos los enclaves que poseía (es decir, los lugares que estaban bajo su jurisdicción a pesar de encontrarse en el interior de otros territorios diocesanos). Así, las parroquias que poseía en Melide pasaron a pertenecer al Obispado de Lugo, y las que tenía en Camariñas, además de la parroquia de Miño —que se encontraba en la misma situación—, se integraron en la Archidiócesis de Santiago de Compostela.

A día de hoy, la media de edad de quienes habitan la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol es de 49,40 años. Los menores de 18 años de edad —siempre según los datos estadísticos de utiliza la propia diócesis— son 32.403, lo que viene a representar el 12,51 por ciento de la población total; y los mayores de 65 años son 71.373, el 27,54 por ciento del total. El número de personas desempleadas es de 11.353.

Y llegados a este punto, se preguntarán ustedes, sin duda, a qué viene, más allá de lo puramente informativo, este largo preámbulo, tan lleno de cifras. Pues miren: toda esta larga y farragosa introducción viene al caso, o así me lo parece a mí, para entender cuál es, de verdad, la realidad de la diócesis, porque lo que quería decirles —y a eso voy— es que, para atender todo ese territorio —esas 422 parroquias entre las que no hay ni una sola en la que se haya suprimido el culto, aunque en muchas ya ni siquiera haya una misa a la semana—, el Obispado cuenta con menos de un centenar de sacerdotes en activo. Y conste que cuando hablamos de ese centenar estamos incluyendo en ese cómputo a curas que se encuentran, por su edad, en una situación que hace que continuar con su labor pastoral les resulte más difícil cada día que pasa; pero que, aun así, y a pesar de todo, ahí están. Como siempre han estado. Ayudando en lo que haga falta.

Gracias a todos sus sacerdotes —y al legado de los que habitan lo que nosotros llamamos muerte—, la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol sigue siendo un ejemplo en ámbitos tan diversos como la preservación del patrimonio cultural, la educación en valores, el fomento del diálogo entre creyentes y no creyentes, la diversificación de la actividad pastoral y, sobre todo, la labor humanitaria, el compromiso con los que nada tienen. Algo en lo que también desempeñan un papel fundamental los laicos que colaboran con todas y cada una de las parroquias. Y, por supuesto, el obispo, Fernando García Cadiñanos.