Una grave carencia educativa

José A. Ponte Far VIÉNDOLAS PASAR

FERROL

22 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Leemos casi a diario que entre los jóvenes españoles aumentan de forma alarmante enfermedades psicológicas que conducen a la depresión y hasta al suicidio. Paralelamente, la proliferación de actos de violencia y acoso en las aulas entre escolares, infantiles y adolescentes, aumentan de forma muy preocupante. Y se suceden leyes de Educación, de un gobierno y de otro, pero nadie se acuerda de este grave problema. Ni en la Enseñanza Primaria ni en la Secundaria se le presta atención al mundo emocional de los alumnos. Necesitamos especialistas en psicología y conducta emocional, pues hay que atender también a la forma en que preparamos a nuestros jóvenes para los conflictos de relaciones que se encontrarán en la vida. Hoy se sabe que, además de la inteligencia racional, que se puede medir y cuantificar en números —lo que se conoce como coeficiente intelectual— todos tenemos también una inteligencia emocional, que viene a ser esa disposición que nos permite dominar nuestros impulsos, comprender los sentimientos de nuestros semejantes y conducir nuestras relaciones con los demás. Es decir, hay que aprender a controlar nuestras emociones, lo necesitamos para llevar una vida satisfactoria. No hace falta que seamos muy listos, pero sí que sepamos tomar las riendas de nuestro mundo emocional. Es decir, necesitamos aprender, ya desde la escuela, unas habilidades humanas como el autoconocimiento, el autocontrol, la empatía con los sentimientos de los demás, el arte de saber escuchar, la destreza para resolver conflictos en vez de crearlos, la generosidad y la colaboración con los que nos rodean. Sin embargo, hoy, las observaciones de padres y profesores, nos hablan de una generación que tiende al aislamiento, a la depresión, a la falta de disciplina, que no controlan sus impulsos ni la agresividad. Y esto hay que corregirlo porque es muy grave. No podemos dejar al azar la educación emocional de nuestros niños. Y seguramente, tampoco solo en manos de los padres, poco dados, en especial ellos, los hombres, a hablar de emociones con sus hijos. Necesitamos especialistas en las aulas, porque lo importante no es solo prepararlos para que sean unos brillantes profesionales, sino para que sean unas personas satisfechas consigo mismas, sea cual sea el trabajo que les toque desempeñar en la sociedad. Eso es lo que de verdad importa.