Las emociones también ganan partidos

Nacho Rama

DEPORTES

Aurelio Florez

27 abr 2024 . Actualizado a las 21:12 h.

El partido de Pumarín siguió el guion esperado. Como se preveía, las emociones pesaron mucho, para lo bueno y para lo malo. Tanto fue así que el Leyma solo anotó 28 puntos en la primera mitad, situándose muy lejos de sus guarismos habituales. Las tres cosas que intentaron corregir durante la semana ocurrieron en los primeros minutos de partido.

La vuelta del descanso fue positiva. El Básquet Coruña estuvo bien tácticamente; se tiraron menos triples porque el plan de partido exigía más jugar por dentro, pero la imagen ya era otra. Con esos ligeros ajustes, se pareció más al equipo al que estamos acostumbrados.

El Oviedo, por su parte, funcionó por impulsos. Cuando el Leyma ganaba una ventaja sustancial, los locales conseguían volver a meterse en el partido gracias a varias rachas positivas. En esta línea tan impulsiva, el cuadro ovetense se la jugó a un tiro al final de los 40 minutos y no le salió tan bien.

Para el Leyma Coruña, los últimos siete minutos del último cuarto y la prórroga fueron fantásticos. Epi dirigió a las mil maravillas al equipo durante este período, aprovechando el reparto de minutos. Dividir los esfuerzos sirvió para que varios jugadores llegasen más descansados a la prórroga.

Pesó también la gran defensa de Olle Lundqvist sobre Horton, a quien limitó durante buena parte del partido. A destacar también la figura de Ingus Jakovics; comenzó muy mal en su primera rotación, pero luego supo remontar. Tras perder un balón, Huskic le dijo que no desistiese y siguiese intentándolo. Poco después, consiguió una jugada de cuatro puntos. Comenzó a creer en sí mismo y en el equipo. Tocaba ganar y sobreponerse al efecto Pumarín y el Básquet Coruña lo consiguió.

Con la acción que desembocó en la prórroga queda claro que una defensa puede valer un partido y un campeonato, pero todavía queda mucho. Quedan dos choques por delante en los que habrá que emplearse al máximo.