Un furancho improvisado en la trastienda de una tapicería de la aldea del castro de Elviña: «Somos una peña de viejos locos»

VIVIR A CORUÑA

Un furancho improvisado en la trastienda de una tapicería de la aldea del Castro de Elviña.
Un furancho improvisado en la trastienda de una tapicería de la aldea del Castro de Elviña. Y.G.

Los miembros de la panda de amigos Rali están convocados a tomar el vermú en la parte trasera del negocio

18 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Este furancho improvisado puede tener los días contados. Le crece la competencia con la reapertura del bar de la aldea del castro de Elviña, el próximo 26 de abril. Sin embargo, el ánimo de la autodenominada peña Rali es que la cita de las 13.00 horas siga presente. Incluso, Luis Barral, el dueño del bar, quiere seguir yendo. «Yo no quiero que esto desaparezca», afirma.

Las quedadas comenzaron a raíz del cierre del Ambigú de Elviña, con la pandemia del coronavirus. Coyuntura que dejó sin lugar de reunión a los vecinos de este particular barrio con espíritu de aldea, pero que ya colinda con el resto de la ciudad. El lugar elegido fue la trastienda de la tapicería Rali, reputado negocio de la parroquia, abierto en 1962.

Manuel Argimiro Leis es el artesano que ha cedido el sitio. Su hijo y heredero del negocio, David, dice que «más que un furancho es un txoko», las centenarias sociedades gastronómicas vascas. A diferencia de ellas, las mujeres formaron parte durante los primeros encuentros. Pero «la cosa no funcionó», dicen. Ahora son solo varones los que se reúnen.

La cita es a las 13.00 horas y el espacio es un patio trasero, donde se ha improvisado una mesa y unas sillas. El primero en llegar pasa un paño por la mesa, otro se encarga de lavar los platos y los vasos, y el resto distribuyen las bebidas, abren la lata de aceitunas, la bolsa de patatas fritas y sacan el embutido y el pan. De conversación, lo que surja. incluida la política. De hecho, tienen a su propio Donald Trump, un vecino que pasó más tiempo de inmigrante en EE.UU. que en Galicia. 

Esta trastienda es el centro de operaciones de la peña Rali, fundada en los ochenta, época en que muchos de sus miembros todavía vivían en la aldea del castro de Elviña. Hoy eso casi no sucede. Sin embargo, muchos mantienen la tradición de acudir al furancho: «A veces nos reunimos hasta quince», dice Manuel. O a alguna de las comidas que la peña hace a lo largo del año: «Nos tienes que ver en carnaval».

La convocatoria del aperitivo está abierta al resto del vecindario. «Aquí tratamos bien a todo el que quiera venir», dice Manuel. Y aunque la peña cuenta con un buen número de fieles, tiene poco relevo generacional. Los usos y costumbres de los nuevos residentes que han llegado a esta aldea son diferentes.

La apertura de O Río das Hortas, nombre del nuevo bar que homenajea al sitio donde está, busca ser un punto de reunión tanto para los miembros de Rali como del resto de vecinos. Así, mantendrá la costumbre de las noches de los miércoles del verano, donde la asociación Tempo Novo convoca a los vecinos a una foliada y la sociedad deportiva el Relámpago pone el churrasco. El local se encarga de la bebida.