Malte Atochas: platos con mirada atlántica, arroces y propuestas internacionales

Aunque tiene mucho en común con el de la calle Galera, el Malte de la plaza de las Atochas abrió sus puertas el pasado mes de mayo con una propuesta gastronómica más evolucionada, centrada en los productos del mar y en la que siguen manteniendo la esencia de combinar cocinas de todo el mundo en platos que resultan perfectos para compartir. «¡Ni siquiera repetimos los grifos de cerveza!. Arriba hay más de cuarenta y abajo veinte y todos son diferentes. También tenemos vinos naturales, kombucha y sidra. Queremos ser más que una casa de cervezas, un local de bebidas fermentadas y difundir un poco su cultura», explica Juan Fernández, propietario de ambos negocios.

En esa cocina de mirada atlántica que comanda con buena mano Aitor Bermúdez se sitúan las almejas de Carril al curri rojo, una explosión de sabor que conquista incluso a los paladares más clásicos por los bien que le sienta al bivalvo la salsa asiática. «Las quitamos, pero  las tuvimos que volver a poner. Es un furor», comenta entre risas el empresario.

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Es frecuente encontrar mejillones, berberechos, cebiches, tiraditos o marinados en una carta que no para de rotar. «Somos un poco gamberretes en ese aspecto. ¿Que se acabó un plato? Pues haber venido antes». Bordan los arroces, su punto fuerte. El de merluza de Celeiro —dependiendo de la temporada puede ser de Burela— almejas y códium es una auténtica delicia, pero no desmerece tampoco el meloso de rape, gambón flambeado, calamar, bivalvos y alioli de tinta que tienen ahora en carta.

Entre esas propuesta viajeras destacan los dumplings de pad thai, el bao de churrasco, criollo y kimchi de grelo o el lingote de codillo, papas arrugás, boniato asado y mojo verde. Pero también hay espacio para propuestas más clásicas como las croquetas de pernil asado o el puerro confitado y asado con romesco y velo de panceta ibérica ahumada.

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Con la llegada de los productos de temporada llegarán nuevos platos que entrarán y saldrán con velocidad. El broche dulce lo ponen dos tartas, una de queso y chocolate, que a pesar de simple es de lo más resultona, y otra carrot cake de lo más jugoso entre las que resulta complicado elegir.

El Malte de las Atochas nació con la idea de complementar la oferta del de Galera, pero con la intención de que el cliente pueda percibirlos con dos identidades diferentes. La amplitud del local —más de 200 m2 en el interior y casi 100 de terraza— les permitirá acoger eventos musicales y catas, tanto de cerveza, como de vinos o de otras bebidas fermentadas. «Cuando encontramos el local me llevé la sorpresa de que detrás había otro anexo. En un principio era todo uno, pero se dividió. Pusimos una mesa central que nace con la intención de acoger esas catas», explica su propietario.

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