Marisqueo y confesión

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

10 may 2024 . Actualizado a las 09:32 h.

Andan atribulados los mariscadores y con un pasmo la Xunta. Sector y Administración declaraban, desde hace años y con muchos recursos públicos gastados, que su fin era mejorar esta actividad económica. Se supone, por tanto, que el objetivo final era lograr mayor rentabilidad y afianzar la sostenibilidad del recurso.

Tras décadas de declaraciones, programas ingeniosos y buenas intenciones, el resultado es tan palmario como negativo: la productividad está por los suelos, algunas especies casi desaparecidas, una paupérrima rentabilidad, el armazón social carcomido y el futuro negro. Más si valoras la candidez con la que a estas alturas, con el agua al cuello, se enteran que apenas hay capacidad de producción de semilla.

En este país, católico de beneficio y ateo de oficio, me permito la siguiente licencia. Para hacer una buena confesión es necesario examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, confesión de los pecados y cumplir la penitencia. Cinco pasos ineludibles para ser conscientes de lo (mal) hecho, asumir responsabilidades, declarar mejores intenciones y cumplir con las normas fijadas para lograrlo.

Sector y Administración rechazan el catecismo, abonados a un atajo que es un mal patrio: querer mejorar haciendo lo mismo. Ni unos ni otros desean enfrentarse a los desafíos de esa actividad: reestructuración del sector, nueva relación con el recurso, diseñar un plan estratégico realizable y asumir las obligaciones que deriven de todo ello. Sin confesión seguiremos en el pecado de la mala gestión, que la Iglesia tampoco nos exige mayores responsabilidades.