Carlos Gude, el rapero que aprendió lo que es el mundo detrás de la barra de un bar: «La gente no tiene respeto»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

BARBANZA

El barbanzano combina hostelería y arte trabajando en un bar y sacando sus propios temas.
El barbanzano combina hostelería y arte trabajando en un bar y sacando sus propios temas. MARCOS CREO

El ribeirense hace canciones para denunciar la situación de la juventud actual

17 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces no es fácil abrirse en canal y sacar al exterior todo aquello que da miedo, esos pensamientos oscuros de los que cualquiera prefiere olvidarse durante el día para seguir adelante. Esto no quiere decir que no haya que atenderlos, que no haya que darles salida antes de que se conviertan en una bola imposible de tragar.

Justamente para eso, para hacer terapia sobre un folio en blanco, el rapero Carlos Gude empezó a escribir algunas rimas en hojas sueltas cuando era un adolescente.

Los avatares de la vida lo llevaron hasta las batallas de gallos, que en aquellos años estaban muy de moda entre los raperos de Barbanza: «Fui por Ribeira, A Pobra, Boiro, Santiago...». Los años no pasan el balde, por eso tras una temporada de parón, el ribeirense retomó su pasión desde una perspectiva más madura, siendo consciente de que lo mejor para sacar fuera todo lo malo era escribir letras en serio.

Aparte de episodios personales, la inspiración del artista bebe en su mayoría de las cosas que ve en la calle, sobre todo, del ambiente que se respira entre la juventud: «Con 17 años están sentados en un portal a las 20.00 bebiendo alcohol y fumando lo que no deberían».

MARCOS CREO

Piensa que este tipo de comportamientos son un termómetro preciso de las tendencias en el mundo de la música de masas, que para él, pone en un altar a figuras que no son más que un mal ejemplo para los chavales: «Tienen idolatrados a tíos como Anuel o Kaydy Cain que hablan de tráfico de armas y droga. Yo no me siento nada identificado con esas letras».

La realidad de la vida no es sentarse en cualquier esquina con amigos a esperar que el tiempo pase. Bien lo sabe el barbanzano, que a sus 27 años lleva más de siete comprobando como es el mundo bandeja en mano: «Muchas veces la gente no tiene respeto, se piensa que te puede tratar de cualquier manera».

Admite que cada local tiene un aura específica que hace que se acerquen a él uno u otro tipo de clientes. De esta manera, explica que ya hace un tiempo que trabaja en un establecimiento de Ribeira en el que la gente lo trata muy bien: «Estoy encantado, no me puedo quejar de nada».

Educación

Piensa que trabajar de cara al público no solo supone un enorme grado de exposición al estado de ánimo de los clientes, sino una manera de estar siempre en la calle y buscar pequeños destellos creativos, aunque surjan de la impotencia: «Igual ves a un grupo de niñatos haciendo el tonto y eso te sirve para escribir algo después».

Su objetivo como músico, además de expresar lo que siente, es servir de ejemplo a otros chicos que, como él, recibieron comentarios en el pasado que le hicieron dudar de su propio talento: «Cuando era un chavalito me decían que si no sabía rapear era mejor que no lo intentase, que no era lo mío».

Por fortuna, el artista hizo oídos sordos a estas palabras necias. En la actualidad está concentrado en ir creciendo poco a poco como rapero, no solo poniendo empeño en cada uno de sus temas, sino ganando seguridad en sí mismo: «El rap no se entiende sin el ego, al final se trata de repetirte que eres el mejor hasta que te lo crees».

Si algo caracteriza al joven barbanzano, eso es la humildad, ya que a pesar de colaborar con numerosos creadores de la zona y acumular miles de reproducciones en Youtube, siente que le queda mucho camino por recorrer para ser un buen rapero. Aún así, confiesa que le gustaría llegar a llenar estadios, aunque lo más importante, señala, «es que mi familia esté ahí para verlo».