Pustovyi, el pívot ucraniano que hace historia en Sar

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

El club le abrió las puertas de la ACB y acaba de superar los 2.000 puntos

17 mar 2024 . Actualizado a las 23:24 h.

Cuando Artem Pustovyi se retire, si escribe su historia tendrá que dedicarle el capítulo principal al Obradoiro, porque es el club que le cambió la vida, también el que le abrió las puertas de la ACB, y el equipo en el que ha conseguido desplegar su mejor baloncesto. En Murcia superó el umbral de los 2.000 puntos anotados en la categoría.

En su día, su fichaje fue una serendipia, porque entró en el radar de Sar por casualidad. Revisando vídeos de la liga ucraniana, en la que eran otros los jugadores que estaban en el punto de mira, apareció un pívot grande y atlético del que no tenían noticias. Al entonces director general y deportivo, José Luis Mateo, le llamó la atención. Ahí también vieron los técnicos materia prima, con mucho trabajo por delante, que podía salir bien o mal, porque estaba muy verde. Decidieron arriesgar.

Fichaje difícil

No fue fácil el fichaje, porque los derechos deportivos pertenecían al Khimik, que no puso las cosas sencillas. Al final, todas las partes encontraron una salida a través de una ingeniosa fórmula de cesión por tres temporadas, que con el tiempo se reveló satisfactoria tanto para los clubes como para el pívot, que acabó firmando por el Barcelona y dejando dinero en las arcas del Obradoiro y de la entidad ucraniana.

También es justo recordar que, en aquella tesitura, Artem Pustovyi tuvo un comportamiento ejemplar. No fueron negociaciones fáciles y, cuando peor estaban, dejó clara y meridiana su postura: le quedaba un año en Sar, la oferta del Barcelona multiplicaba sus emolumentos y no la quería dejar pasar. Pero no hasta el punto de forzar su salida. Si había acuerdo, él encantando. Si no lo había, cumpliría ese año sin resquemor.

En su día también Maxi Kleber, que lleva varios años triunfando en la NBA, instó al Bayern de Múnich a llegar a un acuerdo en el que también saliese ganando el Obradoiro.

Artem Pustovyi llegó a Compostela en el verano del 2015, con 23 años. Y le costó coger vuelo. En su primer curso el equipo atravesó también una racha en la que solo logró dos victorias en veinte jornadas. Se reforzó con Maric y Kolesnikov para la recta final, y Moncho Fernández, como ocurre actualmente, tuvo que hacer descartes en las convocatorias. El ucraniano fue el gran damnificado.

A partir de entonces empezó a crecer exponencialmente, hasta tal punto que el Barcelona llamó a su puerta. Ahí creció la competencia y bajaron sus minutos en la pista. Pero estuvo tres temporadas en el Palau. Y después de una en Gran Canaria y otra en Murcia, ha regresado al Monbus Obradoiro para reencontrarse con su mejor nivel.

A las órdenes de Moncho Fernández, Víctor Pérez y Gonzalo Rodríguez sigue engrosando estadísticas que lo sitúan al frente en varios apartados en la historia del club en la ACB. Es líder en rebotes capturados (526, 348 en defensa y 178 en ataque), en tiros de dos (439), mates (144) y tapones (161).

Víctor Pérez destaca el talante y la capacidad de trabajo del jugador

Quien más horas de entrenamiento ha compartido con Artem Pustovyi a lo largo de estos años es Víctor Pérez, ayudante de Moncho Fernández, sobre todo en la primera etapa del pívot en Sar. Fraguaron una gran amistad, hasta el punto de que el técnico compostelano fue uno de los asistentes a su boda, en Ucrania.

Víctor Pérez destaca la predisposición al trabajo que siempre ha mostrado el jugador, y que la ha llevado a crecer de manera continuada. También ha ido forjando un carácter cada vez más competitivo, sin perder una de sus grandes cualidades: «Siempre se hace querer, y no hay más que ver cómo lo reciben en los sitios por los que ha pasado, como este fin de semana en Murcia». Precisamente, si el ayudante del Alquimista de Pontepedriña tuviese que rescatar una canasta en esos más de 2.000 puntos, apunta a la que decidió el partido en Murcia en el 2017, tras hacer una finta, al límite del tiempo. También recuerda el mucho tiempo que dedicaban a practicar una jugada denominada spin move, un movimiento en el poste bajo atacando el aro por la línea de fondo: «No acaba de salir. Y, curiosamente, en el Barcelona, fue un spin move, un dos más uno ante Paseckniks, su primera canasta».